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“La idea es integrar lo habitacional con lo social, lo ecológico y lo sustentable”

A pocos días de entregar seis nuevas casas a familias vulnerables de barrio Los Olmos, el arquitecto Pablo González habló del nuevo concepto que atraviesa a todas las políticas del Instituto Municipal de la Vivienda

Si se pudiera viajar en el tiempo y visitar algún barrio de Nínive, quizás se entendería mejor el concepto de vivienda que propone el Municipio para Los Olmos. Porque allí, en la periferia de la última capital de Asiria, se podrían ver complejos enteros de casas sustentables. Cientos de viviendas levantadas con ladrillo de adobe y revestidas con la dura arena del desierto. Casas pensadas para familias tipo y orientadas a favor del sol; con techos inteligentes para almacenar el agua de la lluvia (de la poca lluvia caída en la Mesopotamia) y patios para huertas y sembradíos hogareños. Y en el interior, un diseño adaptado para conservar el frío en verano y el calor en invierno.

De todos estos ítems están hechas las dos casas que el Instituto Municipal de la Vivienda ya entregó a dos familias en calle Iberá de barrio Los Olmos, y también el grupo de seis nuevos dúplex que, al decir de su director, el arquitecto Pablo González, “se estarán entregando antes de fin de año”. E incluso, el ítem del revoque grueso, hecho con la arena del Ctalamochita, tan similar en color y textura a la que del amarillo lecho del Tigris, ese río que, según el Génesis, alguna vez regó el jardín del Edén.

Un nuevo concepto de vivienda y de familia

Estamos en las oficinas de Pablo González, cuya puerta da al patio de la ex Municipalidad de calle Mendoza, como si mirara al pasado. Pero la idea es hablar del futuro inmediato. De esta media docena de dúplex casi terminados.

“Aunque falta muy poco para la entrega, estamos muy contentos con los resultados previos; trabajando fuertemente con las familias desde el inicio de las obras y capacitándolas en el uso de los sistemas sustentables y de cultivos. Porque una vivienda no es sólo sustentable en lo energético sino también en lo social. De hecho, entregarle una vivienda a una persona que no la puede mantener, más que entregarle una solución es endilgarle un problema. Todo nuevo concepto de vivienda trae aparejado un nuevo concepto de familia”, dijo.

-Y en este caso, también de trabajo, ¿no?

-Claro. Porque estas viviendas van a generar, además del hábitat, un ámbito laboral. Los nuevos habitantes tendrán una huerta trabajada con gente del Inta y podrán hacer no sólo sus propios cultivos saludables sino también vender el excedente en un espacio de feria en el centro mismo del complejo.

-¿Cómo definirías a los futuros propietarios?

-Son familias de alta vulnerabilidad. De hecho fueron seleccionadas por nuestras trabajadoras sociales por esa razón. Y como tales, tienen muchas ganas de sobreponerse a la adversidad y trabajar. Lo han demostrado ampliamente.

-¿Se han planificado otros complejos sustentables en la ciudad?

-Sí, el de las “22 Viviendas” en barrio Malvinas Argentinas, detrás de las cuatrocientas. Ya se hizo el estudio de suelo y estamos por arrancar las plateas de fundación. -Desde el Municipio se está tratando para integrar lo social con lo ecológico, ¿no es así?

-Absolutamente. La idea es integrar lo habitacional con lo social, lo ecológico y lo sustentable. Porque, normalmente, uno ve lo sustentable sólo como algo ecológico. Y pareciera que sólo la gente de dinero puede ponerse un termotanque solar o una celda de silicio para tener energía eléctrica. Este es un combo distinto. De hecho,  somos uno de los pocos municipios del país que estamos trabajando la vivienda sustentable aplicada a la ayuda social. Además, incorporamos el tema de la alimentación saludable, la salida laboral y el uso del agua de lluvia. 

-¿Es un proyecto de vanguardia o sencillamente “retro” pero muy poco usado?

-Es más bien lo segundo. Porque a nivel arquitectónico no estamos haciendo nada raro. Estamos construyendo como los asirios y caldeos hace dos mil años, restaurando una tecnología que se había perdido porque era más fácil apretar un botón y que saliera el aire frío o caliente. Pero con pequeñas capacitaciones hemos podido reflotar ese saber perdido.

Nínive de Los Olmos

-¿Los Olmos será como haber traído Nínive a Villa María?

-¡Algo así! (risas). Pero más allá de las construcciones asirias, esto quiere decir trabajar la casa en función de las orientaciones, las corrientes de aire y el sol. Filtrar el sol malo del verano y dejar pasar el sol bueno, que es el del invierno. Y las familias tienen que aprender a usar este saber. Yo siempre comparo estas casas con el uso del cinturón de seguridad. 

-¿Por qué?

-Porque era algo que no se usaba más, pero a partir de buenas campañas se recuperó y es muy beneficioso. Hay que concientizar y replicar. Y también aprovechar los recursos que te vienen a domicilio y son gratuitos, como el sol, la lluvia y el viento. Pero nosotros canalizamos la energía con cables y caños para traerlas a un costo altísimo. Nos toca optimizar y racionalizar los recursos. Y en este caso, sí, acaso seamos asirios o caldeos.

Iván Wielikosielek. Redacción Puntal Villa María.

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