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“Boca es un mundo maravilloso, que te atrapa, y es tan grande como humilde”

Diego Mazzilli manifestó: “Seleccionamos a una docena de pibes. Elevo el informe y convocaremos a algunos de ellos para que realicen tres días de fútbol en Buenos Aires. Hay buen fútbol en Villa María y volveré a verlos”

Cientos de pibes ilusionados gambetearon el frío en las canchas del predio de CAFU, mayoritariamente vestidos de “azul y oro”, aunque todos con un brillo en sus ojos y cierto nerviosismo.

Todos intentando seducir futbolísticamente a ese hombre de campera azul, con un escudo al que sólo le falta agregar la estrella 67. “Los quiero ver divertirse. ¿Quién tiene novia?”, pregunta Diego Mazzilli y les saca una sonrisa tímida.

“Intento siempre que la pasen bien, decirles algo que los suelte y les permita mostrarme el piso de su nivel. Yo me encargaré de ver cómo hago para que superen su propio techo y puedan ser uno de los 40 ó 50 pibes que fichan por año en Boca. No es fácil, es cierto, pero tampoco imposible”.

Si lo sabrá él, que a los 10 años fue a una prueba a Boca, y se quedó para siempre. “Boca es un mundo maravilloso. Allí tenés todo lo que alguien que ama al fútbol sueña tener, desde ropa a las canchas, desde atención médica hasta maestras para ayudarte en el colegio. Tenés la mejor pensión en Casa Amarilla, y el mejor predio deportivo de Sudamérica en Ezeiza. Te atienden desde que te levantás hasta que te vas a dormir, te sirven la comida adecuada que indican los nutricionistas, te miman desde los celadores hasta los utileros. No te falta nada”.

Diego Mazzilli es buscador de talentos desde 2006, cuando en Boca se creó el Area de Captación. Ama lo que hace, pero aclara que no todo lo que brilla es azul y oro.

“Boca observa 40 mil jugadores por año. Yo llevé a pibes que ficharon 3 años después. El tren no pasa sólo una vez. Yo llevé a un pibe a la cuarta. Se llama Sequeira y hoy juega en Belgrano”

“La presión sobre el pibe es lo peor que tiene el fútbol. Yo llegué a jugar en los Seleccionados Juveniles de José Pékerman, pero un día no aguanté más tanta presión. Con el tiempo te arrepentís, pero no es fácil. Por eso intento sacarles una sonrisa, y que pasemos un lindo momento en cada prueba”.

“Sé que no vengo a corregirlos técnica o tácticamente, por eso los dejó jugar libremente, y algún detalle les marco para ayudarlos. Todos me dejan algo, y anoto alguna característica de cada uno. Me gustó lo que hicieron, y les agradezco por las ganas que pusieron. Si uno me llenó más los ojos que otro, no significa que el año que viene, esto pueda cambiar. Para ello hay que hacerle caso a los padres cuando les dicen vayan a dormir; a los profesores de sus clubes cuando les inculcan que hay que entrenar, después descansar y cómo alimentarse; y a sus técnicos, cuando les marcan errores técnicos o tácticos”.

“Siempre hay alguien que te está mirando. Por eso hay que estar bien preparado. No se sabe cuándo te puede tocar la varita mágica. A los pibes siempre les digo que Boca es difícil, pero no es imposible. Es maravilloso 

- ¿Ese mensaje es más importante que la prueba?

- Lo primero que debe saber un pibe que juega al fútbol es que debe estudiar. Boca no permite que sus jugadores abandonen el estudio, porque no sabés en qué momento el fútbol te puede abandonar. Sea quién sea, en Boca se forma a la persona, y después al jugador. Si alguien no estudia, en Boca no juega. En lo futbolístico la vara está muy alta, y somos muy finos para elegir. Boca es serio. No genera falsas expectativas.

- ¿Qué vio?

- Fue una jornada muy buena. Hay buen nivel, chicos muy educados y traté de dejarles un mensaje para que sepan lo que es Boca, y se vayan motivados a sus casa.

- ¿Eligió jugadores?

- Sí. Eso es importante porque significa que hay buen fútbol, pero no voy a dar nombres. Evaluaré, elevo un informe y convocaremos.

- ¿Alguna vez llevaron a Dino Castagno y a Gastón Negro? 

- Sí. En esta provincia se encuentra ese jugador distinto que Boca busca. Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires tienen a la mayoría de los mejores futbolistas del país. Aquí no es la excepción, y si bien hacía mucho que no venía a Villa María, hay pruebas de que los chicos que llevamos de esta ciudad a Boca tuvieron su oportunidad.

- Los chicos se fueron felices. ¿A usted también se lo ve feliz?

- Sí. Más allá del frío o el calor, yo soy un apasionado de lo que hago, y disfruto igual que los chicos. Me cuesta estar sentado, me gusta entrar a la cancha. He aprendido de gente que transmite esa pasión, y me alegra saber que un chico sale feliz de una prueba y quiere ir a patear a la plaza con su papá.

- Observó jugadores hasta clase 2007. No más chicos...

- El problema es el desarraigo, y aunque siempre se extraña, en Boca lo primero es brindarle cariño. No les falta nada, pero a la vez les falta su familia y sus amigos, que es mucho. Tienen una pensión hermosa en Casa Amarilla, pero los más chicos son de clase 2004 (novena división). No podés sacarlos de su casa antes. Si llevo un 2007 a Buenos Aires va a estar triste. Los que selecciono van 3 días, conocen La Bombonera, la pensión, el predio de Ezeiza, se prueban, pero después vuelven a su casa, con sus padres, sus maestros y amigos... De lo contrario se vuelven y dejan el fútbol. 

- ¿Qué pasos siguen para los pibes que eligió en esta prueba?

- La intención es que los más grandes puedan probar, y los de categorías más chicas vayan, conozcan, y poder hacer un seguimiento. Hay chicos que vi probar, y recién ficharon 3 años después. 

- ¿No pasa una sola vez el tren?

- No. Hay muchos pibes que no probaron nunca, debutan en sus clubes y allí explotan. Otros van de chicos y se forman allá. Lo importante es estar bien preparado, y saber que alguien siempre te está mirando. Boca prueba 40 mil pibes por año, pero no es imposible. Es un mundo maravilloso.

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