La Argentina va camino a caer en recesión en el segundo semestre del año tras la feroz devaluación superior al 60 por ciento en menos de dos meses, y la desaceleración que se viene en materia de obra pública, construcción y consumo, como parte del acuerdo con el FMI para equilibrar las cuentas públicas.
Uno de los mayores desafíos que plantea este escenario es el tendal de pobres que la suba de precios provocará, por el incremento de la canasta de alimentos y bebidas, y la suba del transporte y otros servicios.
No es el único: la disparada del dólar arruinó los sueños de miles de familias que repitieron la historia de sus padres y abuelos.
Otra vez, como en 1989, 1991 y 2002, un fenomenal ajuste cambiario echa por tierra los sueños de la casa propia.
Según la Cámara Inmobiliaria, un 80 por ciento de los tomadores de créditos hipotecarios ajustado por UVA se quedaron sin poder acceder a la vivienda tras la debacle del peso.
Es que habían obtenido préstamos por un volumen de pesos que luego no les alcanzó para afrontar el precio de la propiedad en dólares.
Otra desilusión para los argentinos, que década tras década repiten sus historias de desconsuelo, y ahora afrontan una recesión segura.
La mayoría de los especialistas considera que la economía tocará un piso hacia fines de este año, por lo que el Producto Bruto cerrará el 2019 con comportamiento neutro, sin crecimiento, y tendiente a caída.
Pero el ministro de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne, buscó transmitir optimismo y consideró que la economía argentina recuperará en "uno o dos meses" su ritmo de crecimiento.
A esta altura de los acontecimientos, parece un pronóstico demasiado voluntarista, sobre todo porque el nuevo ministro de Producción, Dante Sica, dijo lo contrario.
Sica, quien deberá lidiar con la economía real, admitió que la turbulencia cambiaria complicó la cadena de pagos, sobre todo entre las pymes, por lo que ya se trabaja con la banca pública para aplicar mecanismos de subsidio de tasa, como anunció el Banco Nación.
La marcha de la economía parece más en línea con las prevenciones de Sica que con el optimismo de Dujovne.
El Gobierno parece haber logrado una calma cambiaria, que podría ser temporal si el préstamo del FMI y el ascenso a mercado emergente por parte del índice MSCI no se traducen en una aceleración de llegada de inversiones a la economía real.
Para lograr el auxilio financiero del FMI, el gobierno de Mauricio Macri se comprometió a hacer algo que le será difícil de cumplir.
Debió anticipar un dudoso compromiso de adelantar el objetivo de equilibrio para el 2020, ya con un nuevo gobierno instalado en la Casa Rosada, una meta muy complicada.
Es que la recesión, como la lógica indica, provocará desaceleración en la recaudación impositiva, lo cual pesa sobre el escenario fiscal.
Para la directora ejecutiva de la consultora Eco Go, Marina Dal Poggetto, el tercer trimestre económico será "malo".
"La pregunta es dónde se pega la vuelta. La expectativa es que en el cuarto trimestre haga piso y que, en todo caso, tengas margen para recuperarte el año que viene", señaló.
Así, recién en 2019 podría empezar a verse una luz al final del túnel, en un año electoral en el que todas las posibilidades empiezan a abrirse.
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No es el único: la disparada del dólar arruinó los sueños de miles de familias que repitieron la historia de sus padres y abuelos.
Otra vez, como en 1989, 1991 y 2002, un fenomenal ajuste cambiario echa por tierra los sueños de la casa propia.
Según la Cámara Inmobiliaria, un 80 por ciento de los tomadores de créditos hipotecarios ajustado por UVA se quedaron sin poder acceder a la vivienda tras la debacle del peso.
Es que habían obtenido préstamos por un volumen de pesos que luego no les alcanzó para afrontar el precio de la propiedad en dólares.
Otra desilusión para los argentinos, que década tras década repiten sus historias de desconsuelo, y ahora afrontan una recesión segura.
La mayoría de los especialistas considera que la economía tocará un piso hacia fines de este año, por lo que el Producto Bruto cerrará el 2019 con comportamiento neutro, sin crecimiento, y tendiente a caída.
Pero el ministro de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne, buscó transmitir optimismo y consideró que la economía argentina recuperará en "uno o dos meses" su ritmo de crecimiento.
A esta altura de los acontecimientos, parece un pronóstico demasiado voluntarista, sobre todo porque el nuevo ministro de Producción, Dante Sica, dijo lo contrario.
Sica, quien deberá lidiar con la economía real, admitió que la turbulencia cambiaria complicó la cadena de pagos, sobre todo entre las pymes, por lo que ya se trabaja con la banca pública para aplicar mecanismos de subsidio de tasa, como anunció el Banco Nación.
La marcha de la economía parece más en línea con las prevenciones de Sica que con el optimismo de Dujovne.
El Gobierno parece haber logrado una calma cambiaria, que podría ser temporal si el préstamo del FMI y el ascenso a mercado emergente por parte del índice MSCI no se traducen en una aceleración de llegada de inversiones a la economía real.
Para lograr el auxilio financiero del FMI, el gobierno de Mauricio Macri se comprometió a hacer algo que le será difícil de cumplir.
Debió anticipar un dudoso compromiso de adelantar el objetivo de equilibrio para el 2020, ya con un nuevo gobierno instalado en la Casa Rosada, una meta muy complicada.
Es que la recesión, como la lógica indica, provocará desaceleración en la recaudación impositiva, lo cual pesa sobre el escenario fiscal.
Para la directora ejecutiva de la consultora Eco Go, Marina Dal Poggetto, el tercer trimestre económico será "malo".
"La pregunta es dónde se pega la vuelta. La expectativa es que en el cuarto trimestre haga piso y que, en todo caso, tengas margen para recuperarte el año que viene", señaló.
Así, recién en 2019 podría empezar a verse una luz al final del túnel, en un año electoral en el que todas las posibilidades empiezan a abrirse.