Probablemente una señal inequívoca de que “la cosa no va bien”, como se escucha decir a diario a vecinos del área metropolitana de Buenos Aires, sea la referencia de un exfuncionario kirchnerista, polémico por cierto, que ellos mismos se atreven a incluir en sus charlas ocasionales sobre coyuntura económica nacional.
“Esto con Moreno no pasaba”, suelta alguno cada tanto, pero más a menudo de lo que el Gobierno probablemente se imagine, en ese espontáneo intercambio de opiniones que se dispara frente a la góndola de un supermercado debido al persistente aumento de precios: “Y... no”, surge por lo general como respuesta, a regañadientes y con un dejo de resignación.
Los más indignados, o bien intrigados, en los almacenes de barrio se toman unos minutos para consultar sobre por qué “está todo tan caro”: “Cada pedido de mercadería nos está llegando con subas de entre el 5 y el 8 por ciento”, responde el comerciante.
Si en las calles de los barrios vecinos que salen de compras, buscando abastecerse básicamente con productos de primera necesidad, recuerdan al controvertido exsecretario de Comercio Interior del kirchnerismo Guillermo Moreno y consideran que sería ventajoso poder contar ahora con un personaje de esas características dentro del Gobierno, para lidiar con los formadores de precios y combatir la inflación, implica que el malestar social que genera el incremento del costo de vida en la Argentina es elocuente, palpable y hasta potencialmente peligroso para el macrismo.
Es indudable que si consumidores de estratos medios y bajos de la sociedad se permiten “extrañar” a Moreno, e incluso algunos que votaron por el “cambio” en las elecciones presidenciales de 2015 se arriesgan y cometen el “sincericidio” de admitirlo, significa que el oficialismo, después de dos años y medio de gestión, claramente no ha conseguido dar en el clavo con sus políticas económicas.
Es más, por el contrario, ha tomado medidas que podrían costarle caro en 2019 en las urnas.
“Súper” de octanaje limitado
En los últimos días, el titular de Hacienda, Nicolás Dujovne, se estrenó como “ministro coordinador” del área económica. No bien se conoció la noticia, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, negó que fuera a convertirse en un “súper-ministro”
De todos modos, Dujovne demostró ser, en todo caso, un "súper" con octanaje limitado, ya que de movida reconoció que la disparada del dólar de las últimas semanas, combinada con la astronómica suba de la tasa de política monetaria dispuesta como analgésico para tratar de bajarle la fiebre al billete verde, redundará en un enfriamiento de la economía -el crecimiento será menor al 3,5% previsto originalmente- y en un aumento de la inflación, que supera en estos momentos el 25% anual. En el primer cuatrimestre de 2018 ya ascendió al 9,6%.
Después de este sinceramiento o por qué no “sincericidio” de Dujovne también, que en cierta medida argumenta y hasta justifica aquella bravata de su colega Juan José Aranguren, acerca de los ahorros personales que atesoraba en cuentas del exterior del país porque se había “quemado con leche”, los precios en las góndolas de los mercados -sí, allí donde cada vez son más los que añoran los tiempos de Moreno- volvieron a pegar un estirón.
Ahora, el Gobierno, que de por sí ha ido dilapidando el capital político del que disponía hacia fines de 2017 tras su éxito en los comicios de medio término, se embarcó en una cruzada de riesgo en busca de acelerar la reducción del déficit fiscal, lo que implica más ajuste, más ebullición y descontento social, de igual modo que roces con sectores en principio aliados del macrismo, como el campo.
En este sentido, la posibilidad de que el oficialismo introduzca cambios en el formato de quita de retenciones a las exportaciones de granos puso en estado de alerta a dirigentes agropecuarios y a los chacareros en general.
El Gobierno parece estar decidido a pagar el costo -por más alto que sea- y seguir adelante con su política económica. Mientras, Macri, Dujovne y compañía analizan día a día las medidas necesarias para alcanzar ese objetivo de máxima vinculado al "rojo" de las cuentas públicas y si el campo ha quedado en la mira, es poco probable que sus beneficios sobrevivan.
Los mandatarios provinciales también están atentos a lo que pueda ocurrir con ellos. Desde la Casa Rosada se los presiona para que recorten gastos y cumplan con los lineamientos del Pacto Fiscal que firmaron, aunque algunos se atrevieron a mostrar al menos el meñique como eventuales candidatos presidenciales en 2019: esta semana pasada fue el turno del salteño Juan Manuel Urtubey.
El “nuevo” Macri
Puertas adentro, el oficialismo intenta encolumnarse detrás de un nuevo mandamiento comunicacional, surgido del laboratorio de mercadotecnia política que lideran Peña y Jaime Durán Barba: ahora, ha llegado el momento de ensalzar la figura de "un nuevo Macri", surgido después de la reciente crisis financiera doméstica.
En el macrismo consideran que han cometido errores a la hora de informar a la población sobre la bomba de tiempo que les dejó el kirchnerismo en materia económica, social y fiscal.
“Es difícil ir a pedir plata prestada diciendo que estás quebrado, ¿no?”, habría deslizado el propio Macri, hablando de la estrategia discursiva oficial, durante una reunión de gabinete en los últimos días, en momentos en los que también del lado de la oposición se han escuchado algunos “sincericidios” por demás interesantes.
“A Scioli no se la hicimos fácil (...) No lo entendimos, nos dimos cuenta tarde de que el candidato no era el proyecto, el candidato era Daniel", admitió el ex viceministro de Economía Emmanuel Álvarez Agis, en referencia a la campaña presidencial de 2015 cuando, según dijo, el propio kirchnerismo llegó a boicotear a su postulante.
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Los más indignados, o bien intrigados, en los almacenes de barrio se toman unos minutos para consultar sobre por qué “está todo tan caro”: “Cada pedido de mercadería nos está llegando con subas de entre el 5 y el 8 por ciento”, responde el comerciante.
Si en las calles de los barrios vecinos que salen de compras, buscando abastecerse básicamente con productos de primera necesidad, recuerdan al controvertido exsecretario de Comercio Interior del kirchnerismo Guillermo Moreno y consideran que sería ventajoso poder contar ahora con un personaje de esas características dentro del Gobierno, para lidiar con los formadores de precios y combatir la inflación, implica que el malestar social que genera el incremento del costo de vida en la Argentina es elocuente, palpable y hasta potencialmente peligroso para el macrismo.
Es indudable que si consumidores de estratos medios y bajos de la sociedad se permiten “extrañar” a Moreno, e incluso algunos que votaron por el “cambio” en las elecciones presidenciales de 2015 se arriesgan y cometen el “sincericidio” de admitirlo, significa que el oficialismo, después de dos años y medio de gestión, claramente no ha conseguido dar en el clavo con sus políticas económicas.
Es más, por el contrario, ha tomado medidas que podrían costarle caro en 2019 en las urnas.
“Súper” de octanaje limitado
En los últimos días, el titular de Hacienda, Nicolás Dujovne, se estrenó como “ministro coordinador” del área económica. No bien se conoció la noticia, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, negó que fuera a convertirse en un “súper-ministro”
De todos modos, Dujovne demostró ser, en todo caso, un "súper" con octanaje limitado, ya que de movida reconoció que la disparada del dólar de las últimas semanas, combinada con la astronómica suba de la tasa de política monetaria dispuesta como analgésico para tratar de bajarle la fiebre al billete verde, redundará en un enfriamiento de la economía -el crecimiento será menor al 3,5% previsto originalmente- y en un aumento de la inflación, que supera en estos momentos el 25% anual. En el primer cuatrimestre de 2018 ya ascendió al 9,6%.
Después de este sinceramiento o por qué no “sincericidio” de Dujovne también, que en cierta medida argumenta y hasta justifica aquella bravata de su colega Juan José Aranguren, acerca de los ahorros personales que atesoraba en cuentas del exterior del país porque se había “quemado con leche”, los precios en las góndolas de los mercados -sí, allí donde cada vez son más los que añoran los tiempos de Moreno- volvieron a pegar un estirón.
Ahora, el Gobierno, que de por sí ha ido dilapidando el capital político del que disponía hacia fines de 2017 tras su éxito en los comicios de medio término, se embarcó en una cruzada de riesgo en busca de acelerar la reducción del déficit fiscal, lo que implica más ajuste, más ebullición y descontento social, de igual modo que roces con sectores en principio aliados del macrismo, como el campo.
En este sentido, la posibilidad de que el oficialismo introduzca cambios en el formato de quita de retenciones a las exportaciones de granos puso en estado de alerta a dirigentes agropecuarios y a los chacareros en general.
El Gobierno parece estar decidido a pagar el costo -por más alto que sea- y seguir adelante con su política económica. Mientras, Macri, Dujovne y compañía analizan día a día las medidas necesarias para alcanzar ese objetivo de máxima vinculado al "rojo" de las cuentas públicas y si el campo ha quedado en la mira, es poco probable que sus beneficios sobrevivan.
Los mandatarios provinciales también están atentos a lo que pueda ocurrir con ellos. Desde la Casa Rosada se los presiona para que recorten gastos y cumplan con los lineamientos del Pacto Fiscal que firmaron, aunque algunos se atrevieron a mostrar al menos el meñique como eventuales candidatos presidenciales en 2019: esta semana pasada fue el turno del salteño Juan Manuel Urtubey.
El “nuevo” Macri
Puertas adentro, el oficialismo intenta encolumnarse detrás de un nuevo mandamiento comunicacional, surgido del laboratorio de mercadotecnia política que lideran Peña y Jaime Durán Barba: ahora, ha llegado el momento de ensalzar la figura de "un nuevo Macri", surgido después de la reciente crisis financiera doméstica.
En el macrismo consideran que han cometido errores a la hora de informar a la población sobre la bomba de tiempo que les dejó el kirchnerismo en materia económica, social y fiscal.
“Es difícil ir a pedir plata prestada diciendo que estás quebrado, ¿no?”, habría deslizado el propio Macri, hablando de la estrategia discursiva oficial, durante una reunión de gabinete en los últimos días, en momentos en los que también del lado de la oposición se han escuchado algunos “sincericidios” por demás interesantes.
“A Scioli no se la hicimos fácil (...) No lo entendimos, nos dimos cuenta tarde de que el candidato no era el proyecto, el candidato era Daniel", admitió el ex viceministro de Economía Emmanuel Álvarez Agis, en referencia a la campaña presidencial de 2015 cuando, según dijo, el propio kirchnerismo llegó a boicotear a su postulante.