La historia comienza con Oscar Angulo, el patriarca de esta familia melómana, quien relata con orgullo cómo su hijo Lucas fue el primero en adentrarse en el mundo de los sonidos.
“Lucas empezó a tocar en la Banda Municipal el saxo y luego se sumó Nicolás, mi nieto”, comparte Oscar, quien, pese a no tener conocimientos previos de música, se vio cautivado por la magia de los instrumentos y decidió unirse a la aventura musical.
A sus más de 60 años, Oscar tomó el desafío con entusiasmo y valentía, abrazando el eufonio como su compañero de viaje. “Es hermoso y por mi edad no se me dificulta aprender. Trato de estar contento en cada ensayo y compartir con mis compañeros que tienen diferentes edades y con el profesor a cargo”, explica con una sonrisa.
“Si te gusta, podés tocar lo que tú quieras. Si no sabés nada podés tocar y entre todos remamos para que la persona aprenda y seamos compañeros en la banda”, dijo.
Lucas, por su parte, recuerda con cariño cómo desde los 12 años anhelaba tocar un instrumento y ya había tenido una efímera participación en la banda.
“Como dijo mi padre, yo también soy un apasionado de la música”, afirma, resaltando la accesibilidad y el apoyo que encontraron en la Banda Municipal para aprender y crecer juntos como familia.
Ambos reconocieron que el espacio de encuentro musical es abierto a los vecinos y vecinas de la ciudad sin condicionamientos, ya que la búsqueda radica en que todos puedan tocar un instrumento y ejecutarlo sin mayores complicaciones.
Para Nicolás, el más joven del grupo, la música es una vocación que eligió desde el primer momento.
Si bien tuvo un primer acercamiento al saxo, instrumento que toca su padre, eligió la flauta traversa y rápidamente se adueñó del instrumento de viento, “en realidad siento que el instrumento me eligió”, confiesa con emoción, destacando la importancia de superar la vergüenza y animarse a explorar el mundo de la música.
De hecho, Nicolás ya se destaca por su talento y entusiasmo por la música.
En cada ensayo, en cada nota compartida, la familia Angulo encuentra una oportunidad para fortalecer sus lazos y crear recuerdos que perdurarán por siempre.
Desde las risas durante las reuniones en casa hasta los momentos de concentración en el salón de ensayo, la música se convierte en el hilo conductor de sus vidas, tejiendo una historia de amor, aprendizaje y superación.
La Banda Municipal se convierte así en un espacio de encuentro y crecimiento, donde la pasión por la música une a personas de todas las edades y niveles de experiencia.
En cada acorde, en cada melodía, la familia Angulo demuestra que la música es mucho más que notas y ritmos; es un puente que une corazones y trasciende generaciones, dejando una huella imborrable en el alma de Villa María.
“La música es así, te atrapa y transmite algo hermoso. Algo que no se puede explicar, pero sí se puede vivir”, cerró Lucas Angulo en diálogo con este medio.