El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó ayer un decreto para poner fin a la separación de las familias de inmigrantes en la frontera, revirtiendo una práctica que generó desprecio nacional e internacional.
Trump recibió una avalancha de críticas por su política de "tolerancia cero" hacia la inmigración ilegal lanzada a principios de mayo, que propició que más de 2.300 niños hayan sido separados de sus padres migrantes, en su mayoría de Centroamérica.
Fotografías desgarradoras de niños y audios en los que se escucha el llanto desesperado de pequeños retenidos en instalaciones fronterizas generaron una oleada de indignación y acusaciones de violación de los derechos humanos.
"No me gustaba ver a las familias separadas", dijo Trump al firmar el decreto en la Oficina Oval, luego de insistir durante semanas en que estaba obligado por ley a apartar a los menores de sus padres indocumentados. "Creo que cualquiera con un corazón podría actuar de la misma manera", agregó y señaló que su hija Ivanka y su esposa Melania tenían sentimientos "muy fuertes" sobre el tema. Sin embargo, subrayó que la lucha contra la inmigración ilegal en la frontera será "igualmente dura, si no más dura".
"Debemos mantener nuestras fronteras fuertes. O seremos invadidos por el crimen y por personas que no deberían estar en nuestro país", manifestó Trump durante una reunión con legisladores republicanos.
El decreto sugiere que el gobierno retendrá a las familias indefinidamente, al cuestionar el llamado Acuerdo de Flores de 1997, que marca un límite de 20 días para que los niños puedan permanecer detenidos. Esta medida podría llevar a batallas legales.
Nueva York, que ayer se escandalizó al conocer que más de 70 niños estaban en albergues federales en ese estado, ya anunció una demanda estatal contra la administración Trump "por violar los derechos constitucionales de niños inmigrantes y sus familias".
Hasta un bebé de 9 meses
Un bebé de nueve meses separado de sus padres en la frontera con México y enviado a 3.200 km a Nueva York: ese es el inmigrante más pequeño de los 350 enviados de incógnito a un solo refugio de la ciudad, contó el miércoles el alcalde, indignado porque no sabía que esto sucedía aquí.
Como miles de neoyorquinos, el alcalde Bill de Blasio vio ayer las imágenes de la televisión local NY1 que mostraron a niñas supuestamente separadas de sus padres en la frontera llegando a un refugio de niños inmigrantes no acompañados Cayuga, en Harlem, en la madrugada.
Decidió entonces visitar este centro de acogida y luego habló con la prensa.
350 en Nueva York
Contó que de los 350 niños separados de sus padres en la frontera que han pasado por este centro en las últimas semanas, "el menor (...) tenía nueve meses", y que algunos llegan con piojos, chinches o enfermedades contagiosas como varicela.
Actualmente, el centro acoge a 239 de estos niños y hay muchos más centros con otros niños en el resto de la ciudad.
Otro de los niños, "un jovencito llamado Eddie, de nueve años, de Honduras, fue enviado aquí a 3.200 km en un autobús, a este lugar, y no sabe cuándo verá otra vez a su madre".
"Estamos hablando de niños en algunos casos que literalmente no pueden ni siquiera comunicarse, no tienen idea de lo que les sucede, no tienen la habilidad de estar en contacto con su familia", denunció.
Esto es "un proceso traumático" para muchos de estos menores, afirmó el alcalde, y los profesionales de la salud que los atienden aseguran que las consecuencias mentales para estos chicos son "muy reales, muy dolorosas".
"Lo que me deja en shock es la idea de que todo esto ha estado pasando sin que el gobierno federal dijera nada a los neoyorquinos", puntualizó.
De Blasio defendió asimismo a los empleados del centro Cayuga, que denunciaron haber recibido amenazas al ser asociados con la política de separación familiar del gobierno federal.
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Fotografías desgarradoras de niños y audios en los que se escucha el llanto desesperado de pequeños retenidos en instalaciones fronterizas generaron una oleada de indignación y acusaciones de violación de los derechos humanos.
"No me gustaba ver a las familias separadas", dijo Trump al firmar el decreto en la Oficina Oval, luego de insistir durante semanas en que estaba obligado por ley a apartar a los menores de sus padres indocumentados. "Creo que cualquiera con un corazón podría actuar de la misma manera", agregó y señaló que su hija Ivanka y su esposa Melania tenían sentimientos "muy fuertes" sobre el tema. Sin embargo, subrayó que la lucha contra la inmigración ilegal en la frontera será "igualmente dura, si no más dura".
"Debemos mantener nuestras fronteras fuertes. O seremos invadidos por el crimen y por personas que no deberían estar en nuestro país", manifestó Trump durante una reunión con legisladores republicanos.
El decreto sugiere que el gobierno retendrá a las familias indefinidamente, al cuestionar el llamado Acuerdo de Flores de 1997, que marca un límite de 20 días para que los niños puedan permanecer detenidos. Esta medida podría llevar a batallas legales.
Nueva York, que ayer se escandalizó al conocer que más de 70 niños estaban en albergues federales en ese estado, ya anunció una demanda estatal contra la administración Trump "por violar los derechos constitucionales de niños inmigrantes y sus familias".
Hasta un bebé de 9 meses
Un bebé de nueve meses separado de sus padres en la frontera con México y enviado a 3.200 km a Nueva York: ese es el inmigrante más pequeño de los 350 enviados de incógnito a un solo refugio de la ciudad, contó el miércoles el alcalde, indignado porque no sabía que esto sucedía aquí.
Como miles de neoyorquinos, el alcalde Bill de Blasio vio ayer las imágenes de la televisión local NY1 que mostraron a niñas supuestamente separadas de sus padres en la frontera llegando a un refugio de niños inmigrantes no acompañados Cayuga, en Harlem, en la madrugada.
Decidió entonces visitar este centro de acogida y luego habló con la prensa.
350 en Nueva York
Contó que de los 350 niños separados de sus padres en la frontera que han pasado por este centro en las últimas semanas, "el menor (...) tenía nueve meses", y que algunos llegan con piojos, chinches o enfermedades contagiosas como varicela.
Actualmente, el centro acoge a 239 de estos niños y hay muchos más centros con otros niños en el resto de la ciudad.
Otro de los niños, "un jovencito llamado Eddie, de nueve años, de Honduras, fue enviado aquí a 3.200 km en un autobús, a este lugar, y no sabe cuándo verá otra vez a su madre".
"Estamos hablando de niños en algunos casos que literalmente no pueden ni siquiera comunicarse, no tienen idea de lo que les sucede, no tienen la habilidad de estar en contacto con su familia", denunció.
Esto es "un proceso traumático" para muchos de estos menores, afirmó el alcalde, y los profesionales de la salud que los atienden aseguran que las consecuencias mentales para estos chicos son "muy reales, muy dolorosas".
"Lo que me deja en shock es la idea de que todo esto ha estado pasando sin que el gobierno federal dijera nada a los neoyorquinos", puntualizó.
De Blasio defendió asimismo a los empleados del centro Cayuga, que denunciaron haber recibido amenazas al ser asociados con la política de separación familiar del gobierno federal.