El primer plenario del Encuentro Nacional de Familias de Personas con Síndrome de Down estuvo a cargo de la médica y especialista en neurociencia Soledad Saravia.
Su ponencia se basó en el funcionamiento del cerebro en las personas que poseen una trisomía en el par de cromosomas 21.
La mujer le dijo a los padres, tíos y abuelos de personas con síndrome de Down, y al público en general, que “lo fundamental” en el trato con los niños, radica en dar siempre “buenos estímulos”.
La doctora ejemplificó con dos imágenes de árboles: el primero abundante, coposo y verde, en un lugar parecido a la pampa; y el segundo, situado en un espacio similar a un desierto. En el marco de su explicación, Saravia comentó que el segundo caso pudo desarrollar “algunas ramitas”, mientras que el primero de los arbustos, pudo crecer en base a los estímulos que recibió, llámese a estos: sol, lluvia y tierra fértil.
Más detalles
Según las explicaciones de la especialista, un ciudadano común con Síndrome de Down dispone de buenas capacidades perceptivas y manipulativas; logra leer y escribir con soltura y comprensión; usa herramientas tales como la computadora; dispone de autonomía personal en casos de aseo, escuela y relaciones sociales; conversa, dialoga e interviene; conoce el medio, el tiempo y su entorno; desarrolla sus actividades favoritas; hace deporte de acuerdo a su capacidad física y tiene conciencia y apreciación de valores.
Continuando con su papel de oradora, Saravia dejó en claro que “los primeros siete años de formación son indispensables” para los niños con síndrome de Down. “En ese tiempo, el cerebro creció cerca de 700 u 800 gramos, y además los niños aprendieron un lenguaje, a comunicarse, a colgar la mochila, a sentarse, caminar y a correr”.
Maximiliano Gilla. Redacción Puntal Villa María
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La mujer le dijo a los padres, tíos y abuelos de personas con síndrome de Down, y al público en general, que “lo fundamental” en el trato con los niños, radica en dar siempre “buenos estímulos”.
La doctora ejemplificó con dos imágenes de árboles: el primero abundante, coposo y verde, en un lugar parecido a la pampa; y el segundo, situado en un espacio similar a un desierto. En el marco de su explicación, Saravia comentó que el segundo caso pudo desarrollar “algunas ramitas”, mientras que el primero de los arbustos, pudo crecer en base a los estímulos que recibió, llámese a estos: sol, lluvia y tierra fértil.
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Según las explicaciones de la especialista, un ciudadano común con Síndrome de Down dispone de buenas capacidades perceptivas y manipulativas; logra leer y escribir con soltura y comprensión; usa herramientas tales como la computadora; dispone de autonomía personal en casos de aseo, escuela y relaciones sociales; conversa, dialoga e interviene; conoce el medio, el tiempo y su entorno; desarrolla sus actividades favoritas; hace deporte de acuerdo a su capacidad física y tiene conciencia y apreciación de valores.
Continuando con su papel de oradora, Saravia dejó en claro que “los primeros siete años de formación son indispensables” para los niños con síndrome de Down. “En ese tiempo, el cerebro creció cerca de 700 u 800 gramos, y además los niños aprendieron un lenguaje, a comunicarse, a colgar la mochila, a sentarse, caminar y a correr”.
Maximiliano Gilla. Redacción Puntal Villa María

