Uno podría decir así, sin más, que está el mar Mediterráneo, que uno de sus brazos es el mar Jónico y que, si se avanza hacia el sur de Italia, se encuentra con el Golfo de Tarento. Cerca de sus márgenes está Rossano, el municipio de donde es oriundo un hombre que, siendo joven, se radicó en la Argentina, trabajó en la industria láctea y unió a la gastronomía de ambos países: puso quesos a la parrilla y para que no se derritan, a mediados del siglo XX, mediante el hilado de la masa, lo logró. En 1955 se incorporó al Código Alimentario nacional el Queso Provolone Hilado Argentino (marca Provoleta, que difiere del provolone, queso del noreste de Italia).
Del creador de la “Provoleta” a un crimen por encargo en Villa Nueva
Enrique “Kike” Espósito fue asesinado una noche de otoño de 2011 en su casa, en el barrio Costa de Oro de Villa Nueva. Nora Lilian Abelleira, la ideóloga. José “Calladito” Deheza, dispuesto. El móvil, el dinero
Ese hombre es Natalio Alba. Es el hombre que lo habría patentado, que creó una empresa láctea y que compró campos en las localidades de Los Zorros y Arroyo Algodón. Ese hombre morirá y pasará algún tiempo hasta que lleguen los terrenos a manos de una mujer, madre de cuatro hijos con domicilio en Buenos Aires, que se harán, después, de aproximadamente 5 mil hectáreas. Cuatro hijos, cuatro herederos: Jorge Aníbal —cantante de tangos—, Mauricio Alberto —cantante lírico—, Gustavo —actor— y Enrique Espósito —director de teatro y libretista—.
Enrique “Kike” Espósito, ese otro hombre que con 52 años será asesinado en su casa, en el barrio Costa de Oro, en Villa Nueva, una noche de otoño de 2011. Ese hombre, por el que habrá dos juicios y dos sentencias.
***
En la Cámara del Crimen de Villa María, en 2015, se desarrolló uno de los juicios. Los jurados populares encontraron, por unanimidad, culpable a la exconcubina de “Kike”, Nora Lilian Abelleira, de homicidio doblemente calificado por el vínculo y por promesa remuneratoria. Recibió la sentencia —murió de una enfermedad oncológica mientras la purgaba (prisión domiciliaria)— por ser la ideóloga, por contratar a un sicario. Por encargarle el asesinato a José “Calladito” Deheza —conocido por dedicarse a la parapsicología— quien, a pesar de haber llegado al recinto acusado de homicidio doblemente calificado, pero por uso de arma de fuego y por promesa remuneratoria, fue absuelto: absuelto por los mismos jurados populares. La decisión fue calificada, en aquél momento (y todavía), como contradictoria. Amenazas, hurto y coacción fueron otros de los ilícitos que se les atribuyeron.
José Luis Bertoldi es abogado y, a lo largo del proceso, se constituyó como querellante particular en representación de los hermanos de la víctima. Y, a partir de la resolución que se dictó en 2015, presentó un recurso de casación y solicitó la anulación de la absolución.
Ese requerimiento tuvo sus consecuencias: la madrugada del 2 de febrero de este año —ocho años después— en la Cámara de Bell Ville, los jurados populares, por mayoría, condenaron a perpetua a Deheza, por homicidio agravado por recompensa remuneratoria y uso de arma.
***
Se habla de un “emporio”: de parcelas de guita. Pero también, en determinado momento, se habla de deudas. Y es ahí, que “Kike” Espósito llega a Villa María para hacerse cargo, para administrar. Porque les piden la quiebra a la sociedad anónima y hay un proceso concursal. Entonces, se venden unas 100 hectáreas a la Municipalidad de Arroyo Algodón.
—Eran de un tercero (los terrenos) pero del que Enrique Espósito era apoderado —explica el abogado Bertoldi.
Y como apoderado, “Kike” se reúne con cheques y dinero en efectivo: una suma que rondaba los 300 mil dólares. Mientras tanto, otro objetivo: evitar que los acreedores los embarguen. Entra en escena, así, Nora Abelleira; le transfieren terrenos.
—No habían tenido (los hermanos) la prudencia de hacerle firmar un contradocumento. Lo cierto es que, no obstante, ella, que nunca había tenido absolutamente nada ni tenía capacidad económica, aparece como propietaria de estos campos —explica el letrado.
¿Ya anidaba en la cabeza de la mujer el destino que finalmente tendría su pareja? No se sabe ni se puede saber. Pero, las pericias, con posterioridad a su detención, revelarían una personalidad psicológicamente predispuesta.
—La perito oficial, avalada por la de control, dice que se trata de una mujer con tendencia a lograr ventajas personales de tipo patrimonial y personal, cualquiera sea el costo y sin reparar en el daño que le puedan causar a un tercero. Es decir, no tiene ninguna empatía con sus semejantes —señala.
Las pericias que le hicieron a Deheza, arrojaron los mismos resultados.
***
El viernes 17 de junio de 2011, “Kike” se reunió con Franco Irigoita, uno de sus empleados de mayor confianza que, además, vivía en el barrio Florida, a aproximadamente unas veinte cuadras de donde sucedió el hecho.
—Creo que eran hasta amigos. Lo que hacía era repartir los quesos y, también, se encargaba de los cobros —cuenta el actual Comisario Inspector y Jefe del Departamento de Coordinación Operacional de la Departamental General San Martín, Lucas Germán Dagatti, que es uno de los funcionarios que participó de la investigación.
Irigoita se encontró con Espósito aproximadamente a las nueve de la noche de esa jornada y se quedó durante una media hora. Irigoita fue porque Abelleira insistió e insistió: al parecer, debía coordinar con el hombre una salida del día siguiente y recoger un dinero para pagarle a los proveedores.
—Según Irigoita hablaron de cosas del trabajo, le preguntó cómo estaba y no mucho más —recuerda Dagatti.
Irigoita no sabía que sería la última persona que “Kike” vería con vida.
***
Esa noche, además del homicidio, pasarán otras cosas. Abelleira se juntará con una amiga: Nilda Bustamante. Irán al Hiper Libertad y de allí se dirigirán a un reconocido bar céntrico. Llegará la pareja de Bustamante. Estarán hasta pasadas la medianoche. Abelleira regresará a la casa. Le pedirá al sereno que la acompañe hasta el ingreso. Entrará. Subirá hasta la planta alta. Verá a Espósito en una de las habitaciones. Verá sangre.
—Pega un grito —cuenta Dagatti.
El sereno subirá. Abelleira dirá que el hombre se descompuso, que vomitó sangre. Le pedirá al sereno que llame al 107. Llegará gente. Mucha gente. Comenzarán, así, las sospechas.
Franco Gerarduzzi. Redacción Puntal Villa María
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Enrique “Kike” Espósito, ese otro hombre que con 52 años será asesinado en su casa, en el barrio Costa de Oro, en Villa Nueva, una noche de otoño de 2011. Ese hombre, por el que habrá dos juicios y dos sentencias.
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En la Cámara del Crimen de Villa María, en 2015, se desarrolló uno de los juicios. Los jurados populares encontraron, por unanimidad, culpable a la exconcubina de “Kike”, Nora Lilian Abelleira, de homicidio doblemente calificado por el vínculo y por promesa remuneratoria. Recibió la sentencia —murió de una enfermedad oncológica mientras la purgaba (prisión domiciliaria)— por ser la ideóloga, por contratar a un sicario. Por encargarle el asesinato a José “Calladito” Deheza —conocido por dedicarse a la parapsicología— quien, a pesar de haber llegado al recinto acusado de homicidio doblemente calificado, pero por uso de arma de fuego y por promesa remuneratoria, fue absuelto: absuelto por los mismos jurados populares. La decisión fue calificada, en aquél momento (y todavía), como contradictoria. Amenazas, hurto y coacción fueron otros de los ilícitos que se les atribuyeron.
José Luis Bertoldi es abogado y, a lo largo del proceso, se constituyó como querellante particular en representación de los hermanos de la víctima. Y, a partir de la resolución que se dictó en 2015, presentó un recurso de casación y solicitó la anulación de la absolución.
Ese requerimiento tuvo sus consecuencias: la madrugada del 2 de febrero de este año —ocho años después— en la Cámara de Bell Ville, los jurados populares, por mayoría, condenaron a perpetua a Deheza, por homicidio agravado por recompensa remuneratoria y uso de arma.
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Se habla de un “emporio”: de parcelas de guita. Pero también, en determinado momento, se habla de deudas. Y es ahí, que “Kike” Espósito llega a Villa María para hacerse cargo, para administrar. Porque les piden la quiebra a la sociedad anónima y hay un proceso concursal. Entonces, se venden unas 100 hectáreas a la Municipalidad de Arroyo Algodón.
—Eran de un tercero (los terrenos) pero del que Enrique Espósito era apoderado —explica el abogado Bertoldi.
Y como apoderado, “Kike” se reúne con cheques y dinero en efectivo: una suma que rondaba los 300 mil dólares. Mientras tanto, otro objetivo: evitar que los acreedores los embarguen. Entra en escena, así, Nora Abelleira; le transfieren terrenos.
—No habían tenido (los hermanos) la prudencia de hacerle firmar un contradocumento. Lo cierto es que, no obstante, ella, que nunca había tenido absolutamente nada ni tenía capacidad económica, aparece como propietaria de estos campos —explica el letrado.
¿Ya anidaba en la cabeza de la mujer el destino que finalmente tendría su pareja? No se sabe ni se puede saber. Pero, las pericias, con posterioridad a su detención, revelarían una personalidad psicológicamente predispuesta.
—La perito oficial, avalada por la de control, dice que se trata de una mujer con tendencia a lograr ventajas personales de tipo patrimonial y personal, cualquiera sea el costo y sin reparar en el daño que le puedan causar a un tercero. Es decir, no tiene ninguna empatía con sus semejantes —señala.
Las pericias que le hicieron a Deheza, arrojaron los mismos resultados.
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El viernes 17 de junio de 2011, “Kike” se reunió con Franco Irigoita, uno de sus empleados de mayor confianza que, además, vivía en el barrio Florida, a aproximadamente unas veinte cuadras de donde sucedió el hecho.
—Creo que eran hasta amigos. Lo que hacía era repartir los quesos y, también, se encargaba de los cobros —cuenta el actual Comisario Inspector y Jefe del Departamento de Coordinación Operacional de la Departamental General San Martín, Lucas Germán Dagatti, que es uno de los funcionarios que participó de la investigación.
Irigoita se encontró con Espósito aproximadamente a las nueve de la noche de esa jornada y se quedó durante una media hora. Irigoita fue porque Abelleira insistió e insistió: al parecer, debía coordinar con el hombre una salida del día siguiente y recoger un dinero para pagarle a los proveedores.
—Según Irigoita hablaron de cosas del trabajo, le preguntó cómo estaba y no mucho más —recuerda Dagatti.
Irigoita no sabía que sería la última persona que “Kike” vería con vida.
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Esa noche, además del homicidio, pasarán otras cosas. Abelleira se juntará con una amiga: Nilda Bustamante. Irán al Hiper Libertad y de allí se dirigirán a un reconocido bar céntrico. Llegará la pareja de Bustamante. Estarán hasta pasadas la medianoche. Abelleira regresará a la casa. Le pedirá al sereno que la acompañe hasta el ingreso. Entrará. Subirá hasta la planta alta. Verá a Espósito en una de las habitaciones. Verá sangre.
—Pega un grito —cuenta Dagatti.
El sereno subirá. Abelleira dirá que el hombre se descompuso, que vomitó sangre. Le pedirá al sereno que llame al 107. Llegará gente. Mucha gente. Comenzarán, así, las sospechas.
Franco Gerarduzzi. Redacción Puntal Villa María