Son casi las 10 de la mañana y suena en el patio de una escuela la Marcha de Malvinas. Desde el fondo se escucha cómo cantan los alumnos. Inflan el pecho y entonan: “Las Malvinas, argentinas, clama el viento y ruge el mar”. Son alumnos de la escuela de nivel primario General San Martín de barrio Rivadavia. En ese mismo establecimiento, hace más de 50 años, estudió un pequeño llamado Roberto Busto, nombre y apellido que hoy en la ciudad son sinónimo de orgullo y patriotismo.
El 10 de mayo de 1982, el buque logístico Isla de los Estados fue bombardeado por los ingleses. El villamariense Roberto Busto era uno de los 27 tripulantes a bordo. Solamente dos personas se salvaron esa noche.
Este martes, y a 40 años de aquel episodio, se motorizaron en Villa María varias actividades para recordar al heroico Cabo de Artillería. En primer lugar, concejales de esta ciudad homenajearon a sus familiares y amigos al pie del Monumento a las Malvinas. Minutos más tarde, se le realizó un sentido homenaje en la escuela San Martín, aquella que lo tuvo como alumno en sus primeros años. Por la tarde, el sargento retirado Javier Quintana, compañero de Roberto en la escuela militar, presentó en la Medioteca el libro de su autoría “Memorias de una Generación. Promoción 1982 Malvinas Argentinas”, escrito que en su interior le dedica unas 50 páginas al eterno Cabo Busto.
El pequeño Roberto
Roberto Adrián, el más chico de los hermanos Busto, nació el 2 de octubre de 1964. Familia compuesta por cinco integrantes: papá Aldo, mamá Ilda y hermanos Daniel y Gladys. Sus primeros amigos los hizo en el barrio Rivadavia. Vivía sobre calle 25 de Mayo, a la vuelta del colegio San Martín, donde a sus 6 años comenzó la primaria.
En un escrito que su madre Ilda le hizo llegar a la escuela hace algunos años, lo describe como un chico “tranquilo”, al que le gustaba jugar a las bolitas y cambiar figuritas. Cuando no estaba en la escuela, se juntaba con los amigos de la cuadra y pasaba largas horas jugando.
Al finalizar la primaria, Roberto estudió un puñado de años en la Escuela del Trabajo. No terminó. En el fondo, algo le decía que la electrónica, la especialidad que eligió, no era lo suyo.
El sueño de la carrera militar
“En esos años, siempre se preguntó ‘qué estoy haciendo’, a él le inspiraba estudiar una carrera militar”, soltó ante Puntal Villa María su hermana, Gladys.
Cuando Roberto tenía 15 años, rindió para entrar a la escuela de Suboficiales Sargento Cabral, ubicada en Campo de Mayo, en la Provincia de Buenos Aires. En junio de 1980 le informaron que su examen había sido aprobado. Meses más tarde, en febrero del 81, ya estaba adentro.
Roberto no ocultaba su alegría por haber entrado. Saltaba, corría, lloraba de alegría, a todo el mundo le decía que había cumplido su sueño, que por fin iba a ser alguien y que iba a defender tanto a la Patria como a su bandera.
Hay días en los que Gladys se pregunta porqué ingresó, por qué se fue, por qué ya no está. “No lo entiendo, a veces quisiera volver el tiempo atrás y decirle que no lo haga, que quiero tenerlo acá conmigo”, sostiene con lágrimas en sus ojos.
Roberto entró a la escuela de Suboficiales y volvió a Villa María en las vacaciones de invierno. El 81 fue un año muy bueno para él. Tuvo calificaciones excelentes.
El joven héroe se regaló unas vacaciones con su familia. Corría enero de 1982. Meses después, en abril, egresó con el grado de Cabo.
Javier Quintana, un amigo que cosechó en la escuela militar, contó la clase de persona que era.
“Compartimos 14 meses. Roberto sobresalía por ser buena persona. Ante cualquier problema, él ya estaba ahí presente para ayudar. Fue un período corto el que compartimos, teníamos 16 y 17 años. Llegamos a despedirnos. Todos fuimos repartidos a lo largo y a lo ancho del país, a Roberto le tocó ir a las Malvinas”, sostuvo Quintana, miembro de esa histórica promoción 1982.
Malvinas
El 22 de abril, Roberto es designado a integrar el Grupo de Artillería de Defensa Aérea 101 de Ciudadela. Tres días después se traslada con destino a las Islas Malvinas, donde es comisionado al área de Material Militar en el ARA Isla de los Estados, un barco pequeño que, como lo dice su nombre, era utilizado para el transporte de material militar.
Quintana brindó detalles de cómo fue el ataque que sufrió la fragata. “Cuando llega el bombardeo de los ingleses, el buque estaba esperando en Puerto Argentino para descargar. Para resguardarse, tuvo que salir hacia otro lugar. En la noche del 10 de mayo se produce el hundimiento”, recuerda.
Y agrega:“Iban 27 personas a bordo, y se salvaron sólo 2. Actualmente hay un solo sobreviviente, que era el Capitán Militar del buque”. Según Quintana, el navío, que hoy habita en las profundidades del Estrecho San Carlos, “nunca fue recuperado”.
Escuela San Martín. Una institución que siente orgullo por su exalumno
Silvia Cena, la directora de la escuela, contó que la institución lleva “siempre presente” el nombre de Roberto Adrián Busto.
“Le da nombre a la biblioteca, donde está presentado un cuadro. Cuando se conmemora Malvinas no andamos buscando un héroe que venga a hablar, porque sabemos que el héroe está en la escuela. Cuando les preguntamos a los chicos qué les genera el nombre de Busto, contestan ‘un orgullo grande’, una frase muy de niño pero que representa lo que ellos sienten”.
“Para esta fecha lo recordamos mucho. Buscamos que Busto sea tomado como un ejemplo a seguir”, acentuó la docente en diálogo con los medios de prensa que cubrieron el acto homenaje.