Lucas Morre es generoso, frontal y sencillo. Superó un duro golpe de la vida aferrándose al fútbol. Sin buscar protagonismo, se ganó un lugar en el corazón de 2 clubes futboleros, con los que ganó 6 títulos.
A los dos los lleva en el "Zurdo"
Lucas Morre disfruta de sus dos hijos, Morena y Bernardo, mientras espera el regreso del fútbol. "En Belgrano me formé 6 años y fui campeón en la Liga Cordobesa. Pero ser campeón tres veces con Yrigoyen y tres con Colón no tiene precio"
El “Zurdo” es tiopujiense de nacimiento, y obtener 3 estrellas con Hipólito Yrigoyen le permitieron ser profeta en su pueblo, donde no siempre se sintió reconocido.
Por eso buscó felicidad en Arroyo Cabral, y la encontró en Colón, donde obtuvo otras 3 coronas y quedó grabado en su historia.
Ama a sus dos hijos: Morena (14 años) y Bernardo (pronto a cumplir 3). Hace 9 años que comparte su vida con Carolina, luego de que un trágico accidente lo alejara de Noelia, su primer mujer.
“En esos momentos tan duros te das cuenta la gente que te quiere. Me apoyaron mis familiares, mis amigos y mis compañeros de Colón, a los que siempre les estaré agradecido. Hace 9 años conocí a Carolina, y fue como una madre para Morena. Felipe llegó hace casi 3 años para formar la yuntita”, afirma ese hombre recio en la cancha, pero sensible, derecho y sincero como pocos afuera.
El fútbol lo puede. Es su locura y gran parte de su vida, y asegura que “esta pandemia no me puede hacer colgar los botines. Veo difícil que vuelva este año en la Liga, pero estoy dispuesto a hacer un esfuerzo en el verano para poder ponerme a punto y jugar un par de años más. A los más viejos nos va a costar después de este impasse, que al menos sirvió para disfrutar más tiempo con la familia”.
Lucas Morre terminó su formación futbolística en Belgrano de Córdoba, donde estuvo 6 años y hasta fue campeón en la primera local. “Ganamos un título luego de 18 años en la Liga Cordobesa. Me adapté rápido y cuando decidí volver sentía ganas de jugar en mi pueblo. Ahora pienso que seguro me faltó algo para quedarme, porque me faltaba 1 año para que Belgrano me firmara contrato o me dejara libre, pero me fui solito”.
Luego el “Zurdo” resaltó que “fue una experiencia hermosa poder jugar con esos ídolos de mi pueblo, que habían jugado torneos Argentino B como Damián Ochoa, Fernando Rovere, Pablo Vicario, Carlos Fernández. A ellos iba a verlos cada vez que volvía al pueblo, y la roja ya estaba en mi corazón”.
No olvida que jugó en Alem y en San Carlos de Noetinger. “La gente de Alem es impresionante. Es un club muy grande, y esa hinchada es de otro nivel. Jugué una semifinal de un Provincial con Bell, y otra con Alumni en la Liga. San Carlos de Noetinger es un club que te da más, pero yo a la Liga de Villa María no la cambio por ninguna”.
Asegura que “en Bell Ville te dan más plata, hay buenos pisos, pero yo prefiero volver al barro de la Liga Villamariense. Me siento muy feliz de haber jugado en Yrigoyen y Colón, y disfruto de la prensa, de leer los diarios, de las canchas que no están en buenas condiciones y te obligan a dar el doble en cada entrenamiento. No me gusta el confort, y veo que hay futbolistas de gran nivel en Villa María, que pueden jugar en cualquier lado”.
Ejemplificó al señalar que “Angel Prudencio es una muestra. Le está yendo muy bien. De todas maneras, siempre digo que la vida del futbolista es muy sacrificada, y no es sólo patear la pelotita y llenarte de guita. Se dejan de lado cosas que no se recuperan nunca más en la vida, se pierden momentos únicos, y son muy poquitos los que llegan a hacer una diferencia económica, porque la mayoría quedan en el camino o no se salvan”.
De Tío Pujio al “lobo”
Morre se inició en “Deportivo Municipal en el baby. Fue una etapa muy linda con Oscar Sartoris, Raúl Schiavi y Oscar Merani. Jugué con Marcos Céliz y Marcos Diana, que llegaron a primera, y otros pibes del pueblo y de James Craik”.
Estima que “no llegaron muchos pibes de mi categoría. Diego Villagra, Pascual Gudiño, Marcos Velasco, Diego Molina y pocos más”.
Insiste en que “soy clase ‘84, y había buenos jugadores, pero dejaron de jugar o se perdieron. A las inferiores las inicié en Argentino con Héctor Machado y Carlos Romero, dos muy buenos DT y personas excelentes. Jugué con Alejandro Maggi y ‘Pulga’ Villagra”.
Recuerda que “en un intercolegial me ve un coordinador de Belgrano en Embalse. Yo estudiaba en el Trinitarios, y el profesor era Amadeo Perossi. A fines del ‘98 hice una prueba, y en el inicio del ‘99 ya fui a la pensión de la ‘B’ hasta 2004”.
Se convierte en “pirata”
Resaltó que “Belgrano es un club muy grande. En esa época entrenaban en el Liceo Militar, y después de 15 días, me confirman. Había jugado 3 años en Argentino como volante por izquierda, que es mi puesto natural. Ya en cuarta me pusieron como lateral izquierdo, donde había jugado en el baby con Raúl Schiavi en Municipal”.
Explicó que “me adapté muy rápido. Llegué con Diego Bonaldi (Las Varillas) y siempre jugué de titular en Belgrano. Jugué con Hernán Fernández, Rubén Gómez (jugó en Europa), compartí con Mario Bolatti y Diego Novaretti, que son ‘85 e hicieron carrera”.
“Me dirigieron ‘Chiche’ Sosa, Cosme Zacanti y Marcelo Bonetto. Formé parte del Selectivo que entrenaba con la Primera, y salí campeón en Liga Cordobesa en 2003. Pocos llegan, son menos los que hacen fortuna, y te perdés toda la juventud, porque hay que dedicarse sólo al fútbol. Es un trabajo y tenés que rendir todos los días para poder permanecer en la pensión. El fútbol te deja amigos por todos lados, pero nada es fácil”, asegura.