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"Estoy muy arrepentido por mi actitud violenta"

El ayudante de campo sostuvo que "no creo que la pena sea justa, ni mi actitud justificable. Sólo digo que mi hijo estaba mal, sin aire, en el piso"

Marcelo Orellana es el ayudante de campo de Unión Social de Alto Alegre, que fue suspendido por 20 partidos, y no podrá ingresar a las canchas del fútbol local este año.

Pidió contar su versión, e inició su relato aclarando: “Estoy muy arrepentido de lo que hice. Me veo en el video, y me digo: ‘ese no soy yo’. Me arrepiento, pero también les pido aclarar los hechos, porque los que son padres me van a entender. Mi hijo estaba tirado, sin aire”.

Fue aún más contundente con su prodecer y lo tildó de “injustificable. Yo sé que no debí entrar al campo de juego, y que el árbitro me expulsó bien, pero vi que mi hijo estaba en el piso y sin aire”.

Explicó el principio de la jugada: “Mi hijo Lautaro saltó a cabecear, y un rival lo empujó. Era falta, pero el árbitro no la cobró, y dejó seguir. Mi hijo quedó tendido en el piso, producto de un golpe de la pelota en la manzanita. El empujón del rival, fue de atrás, cuando él se había elevado para cabecear, y al recibir el empujón en la espalda, le arqueó su cuerpo, lo que hizo que en vez de cabecear el balón, fue la pelota la que golpeó su manzanita, y le produjo un severo golpe en la laringe, que le inflamó la traquea. No tenía aire”.

Resaltó: “Yo soy el ayudante de campo de Claudio Brussa, y junto a Sánchez y el PF estábamos a cargo. Lo vi caer y ‘pataleaba’ en el piso porque no tenía aire. ¿Qué padre no hubiera ingresado al campo al ver a su hijo en el piso y ‘pataleando’? Lo insulté al árbitro porque no paró el partido. Sé que estuve mal, pero es increíble que no haya parado el juego con mi hijo en el piso en ese estado”.

“Mi hijo no tenía aire”

Describió sus sensaciones: “Estaba desesperado. Me descontrolé. Mi hijo tenía sus dos manos en la garganta, la boca abierta, la lengua cruzada y los ojos perdidos. ¿Qué padre no hubiera ingresado a socorrer a su hijo en ese estado?”.

Explicó: “El profesor y el paramédico lo tranquilizaron a mi hijo, pero yo no podía creer que los rivales creyeran que él estaba haciendo tiempo. Es cierto que faltaban 7 u 8 minutos, pero mi hijo tenía marcado el pelotazo en el cuello. No simuló, estaba mal. No podía hablar, ni cuando salió del campo de juego, que casi se desmaya. Lo trasladaron en ambulancia al dispensario, y de allí lo derivaron a la Clínica Marañón, donde le hicieron varios estudios, y le dieron 7 días de reposo”.

Agregó: “Recién en el quinto día, salió a la calle a comprar, y volvió agitado. Lo llevamos a la clínica, y tuvo comprometidas las cuerdas vocales. Quince días después, recién volvió a entrenar. ¿A quién se le ocurrió que simuló o que estaba haciendo tiempo?”.

“No busco justificativos”

Orellana destacó: “Cuando a mi hijo lo iban a trasladar en ambulacia, el árbitro me muestra la tarjeta roja. El ‘8’ de Unión Central se me burló y me hizo una seña. Ya me había pegado un piña, y reaccioné. Estuve muy mal. Entré a la cancha, le tiré una piña, me caí, y me dieron dos trompadas y una patada. Un policía me salvó. No busco excusas, yo estuve mal”.

Afirmó: “La pena es exagerada. El club no merecía perder los 3 puntos que estaba ganando en la cancha. Me dieron 20 partidos, y no puedo ir a la cancha. Mi actitud violenta perjudicó al club, me arrepiento, y me duele más que los golpes que recibí. Pido disculpas. Los que son padres, me entenderán”.