Esa situación, combinada con un precio en tranquera alejado de lo que terminan pagando los consumidores por los lácteos, provocó además que muchos pequeños tambos del país decidieran cerrar sus puertas y reorientar su producción. Se suman los altos costos de los alquileres, fijados en quintales de soja.
Fue la caída en la producción de leche en el país durante el primer bimestre del año.
Pero el dato productivo no es el único que descendió en el mundo lácteo del arranque de año. El consumo interno también cayó a dos dígitos de profundidad.
Según los últimos datos oficiales, el consumo total cayó 10,9%, mientras que el consumo por habitante retrocedió 11,7%. Mientras en el primer bimestre del año pasado cada argentino consumió 30,2 litros en promedio, este año redujo esa cantidad a 26,6. Anualizado, en 2023 fueron 193,5 litros por persona y este año avanza a un volumen de 170,8.
Allí hay un claro impacto del poder de compra de los consumidores en combinación con el alza de los principales productos de consumo masivo como la leche fluida, el queso cremoso, los yogures, la crema y los untables. Como en muchos otros rubros, los precios al consumidor ascendieron mucho más rápido que los ingresos de los compradores. Pero también superaron el porcentaje de la suba que recibieron los tamberos. En ese sentido, el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla) volvió a remarcar la velocidad diferente de los precios que reciben los productores y lo que pagan los consumidores. En el medio hay algún actor o factor que acelera el incremento.
Teniendo en cuenta los datos de febrero (la inflación de marzo se conocerá el viernes), “los precios de los productos lácteos tuvieron una variación interanual promedio del 305%, cuando la inflación minorista fue de 276%, los alimentos y bebidas no alcohólicas aumentaron un 304% en el año y el dólar oficial BCRA tuvo una variación interanual del 335%, lo que indica que los precios de los lácteos subieron interanualmente por encima de la inflación general, prácticamente igual que los alimentos, y estuvieron por encima de la leche cruda (la que entregan los tambos a la industria), que tuvo un aumento interanual del 294%”, describió el Ocla.
El dato positivo que mostró la cadena láctea en el último balance fue el crecimiento en los envíos al mundo. Los despachos de las exportaciones crecieron en el primer bimestre hasta alcanzar el 32,4% de la producción. Actualmente, uno de cada tres litros de leche va a algún mercado mundial.
Es la cantidad de litros diarios que consumió cada argentino en el primer bimestre.
La Argentina, desde hace muchos años, continúa estancada en su producción anual en torno a los 10.500 u 11 mil millones de litros. Si continúa en ese porcentaje exportador hasta fin de año, saldrán del país unos 3.500 millones de litros y quedarán unos 7 mil millones en el mercado interno. El año pasado, se necesitaron más de 8 mil millones para abastecer el mercado interno. El ajuste del consumo podría equilibrar esas cuentas.
En términos absolutos, en el primer bimestre se enviaron al exterior 493 millones de litros contra los 421 millones de litros del año pasado, lo que representó un 17% más de ventas al mundo.