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Jovita: la extorsionaron con el secuestro de su hijo y le robaron un millón de pesos

Mediante amenazas telefónicas, delincuentes estafaron a una mujer de 70 años haciéndole creer que tenían a su hijo y que lo iban a matar si no les entregaba una cuantiosa suma de dinero. Una historia que pone en duda la calma de los pueblos.

Una familia de Jovita fue víctima de una extorsión telefónica que terminó con el robo de un millón de pesos. Esto ocurrió en concepto de pago de un supuesto rescate, bajo amenaza de matar al hijo de la mujer que fue amedrentada.

En diálogo con Puntal, Cristian Girardo (44), hijo de la víctima que recibió el llamado extorsivo, contó la pesadilla que atravesó Haidé durante la noche del jueves.

En medio de un extremo clima de tensión, la mujer de 70 años se vio envuelta en una situación que la llevó a reunir y entregar el dinero solicitado.

“Es todo una situación muy difícil. Por suerte la podemos contar, que es lo más importante”, dijo Girardo, quien es periodista deportivo y comerciante de aquella localidad.

Ayer madre e hijo declararon en la comisaría de Jovita y esperan que el hecho se esclarezca, por la seguridad propia y del pueblo.

Relato de pesadilla

El episodio delictivo comenzó con una llamada telefónica que recibió Haidé, madre de Cristian, por parte de los delincuentes que la amenazaron con “hacer boleta” a su hijo si no lograba juntar $1.000.000 y los dejaba en una bolsa cerca de su casa.

La mujer, asustada por las intensas amenazas, pudo juntar el dinero y, tal cual le dijeron, fue a dejarlo en una bolsa en la vía pública a unos pocos metros de su casa.

La historia ubica a Cristian regresando de Levalle, lugar al que había ido a jugar al pádel. Al ingresar a su casa se encontró a Haidé hablando con los extorsionadores, que la seguían amenazando.

“Cuando llego, encuentro abierta la puerta de rejas de mi casa, abierto el portón, yo los había cerrado cuando salí, y cuando coloco las llaves para ingresar a mi casa encuentro a mi mamá hablando por teléfono y diciendo: ‘No me lo maten, no me lo maten, que es lo único que tengo’”, comentó Cristian a este diario.

“Me sorprendió, no sabía de qué hablaba. Cuando ella gira la cabeza, me ve, se produce un llanto desesperado y me dice: ‘Estoy hablando con unos delincuentes, hace 40 minutos que me tienen acá, me pidieron un rescate por vos diciendo que te habían secuestrado’”, continuó Girardo con el tono de voz de una persona que aún tiene el nudo en la garganta.

Creen que, por lo menos, los sujetos eran dos: el que hablaba por teléfono y el que se hacía pasar por el hijo de la mujer como si a éste lo tuvieran secuestrado y que actuaba como si le estuvieran pegando.

“En un momento le dicen a mi mamá: ‘Yo sé que estás en el baño’. Y ella realmente estaba en el baño cuando hablaba por teléfono. O sea, estaban cercanos a ella porque de ninguna otra manera pueden saber”, añadió con preocupación.

Cuando el pueblo pierde la habitual tranquilidad

Si Cristian se deja llevar por su intuición, apunta a que se trata de gente de Jovita que lo vigiló y que sabía que iba a jugar al pádel a Levalle, ya que, en el relato, los delincuentes lo explicitaron: ‘Yo sé que tu hijo está en Levalle’.

“Era alguien que sabía que yo me iba a Levalle y a eso lo resolví en el período de una hora previo a emprender el viaje. Es muy extraño. Para mí es gente de Jovita, no creo que sean de otra localidad”, precisó.

Pensando en su accionar de esas horas, contó que él estaba atendiendo el negocio y, quizá, en algún trayecto le dijo a alguna persona que se iba a jugar a Levalle.

“No sé si son personas cercanas pero que me conocen, seguro”, afirmó.

Seguidamente, deseó “que se pueda esclarecer el hecho y meter presos a estos delincuentes”.

Otro de los detalles que marcó Girardo es que, aunque no era demasiado tarde -cinco o diez minutos pasados de la medianoche-, ningún vecino vio nada. La familia vive en el sector sur, un lugar frecuentado por gente a toda hora.

Por otro lado, destacó que la Policía se movió rápidamente.

Justamente por la hora del hecho, el hombre cree que los delincuentes no eran expertos, ya que podrían haber sido detectados en cualquier momento.

Con un episodio que le tocó de cerca, pone sobre la mesa que incluso en los lugares que aparentan la mayor calma pueden suceder hechos de este tipo: “Uno piensa en la seguridad de los pueblos. Bueno, ahora tenemos que decir que hay inseguridad en Jovita”.

Aunque las cámaras, que podrían brindar información clave, no funcionaban, Cristian quiere ser optimista con el avance de la investigación, pero la sensación personal es de “mucho pánico”.

“El jueves a la noche no dormimos ninguno de los dos pensando que pueden volver a vigilarnos y amenazarnos”, finalizó.