Según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del cuarto trimestre de 2024, la población urbana en edad de trabajar en Argentina es de 18 millones. De ellos, 13 millones (73%) integran la Población Económicamente Activa: 12 millones tienen empleo y 1 millón busca trabajo. Los 5 millones restantes (27%) están inactivos, ya sea por falta de incentivos o por dedicarse a actividades como el estudio. En total, 1 de cada 3 argentinos en edad de trabajar no trabaja.
En ese contexto, cada tanto resurge el debate de qué hacer en el plano laboral para cambiar la tendencia negativa que viene mostrando desde hace décadas.
Para el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), hay básicamente tres problemas centrales y dos acciones a tomar en lo inmediato.
“Un factor clave para el desarrollo social es que las personas en edad de trabajar puedan acceder a empleos productivos. Sin embargo, el mercado laboral argentino enfrenta tres desafíos: alta inactividad (1 de cada 3 personas no trabaja), baja calidad de empleo (solo 1 de cada 3 ocupados tiene empleo formal registrado) y salarios que tienden a la baja (cayeron un 17,2% en los últimos 6 años)”, destaca el informe.
Idesa remarca que estos problemas —inactividad, precariedad laboral y desigualdad salarial— tienen un origen común: la falta de empleos productivos. Esto se debe a reglas laborales que desalientan la contratación genuina y protegen intereses corporativos y burocráticos más que a los trabajadores.
Para el Instituto, las trabas principales son:
Legislación laboral: altas cargas sociales, convenios colectivos anacrónicos diseñados para grandes empresas pero aplicados a un universo diverso de firmas con distinta escala y productividad, sumado a la incertidumbre judicial y la burocracia excesiva, desalientan la creación de empleo formal en las pymes.
Sistema educativo: la baja calidad educativa golpea la empleabilidad. Esto se explica, en parte, por una gestión del sistema que prioriza los intereses de los sindicatos docentes por sobre el mérito y la calidad.
“Décadas de degradación institucional y malas políticas explican el estancamiento del mercado laboral. Sin una reforma profunda del sistema educativo y laboral, no será posible revertir la falta de empleo productivo ni impulsar un progreso social verdadero”, concluye el trabajo.