“Prohíbase el uso en documentos y actos oficiales y en establecimientos educativos del comunmente denominado ‘lenguaje inclusivo’, en cualquiera de sus formas (“x”, “e”, “@”, etc.), empleadas para reemplazar el uso del masculino cuando es utilizado en un sentido generico, así como de cualquier otra forma diferente a la lengua oficial adoptada por la Republica Argentina”, sostiene el artículo 1 de la propuesta.
En ese marco, este medio dialogó con Beatriz Vottero, docente de la Universidad Nacional de Villa María, profesora y licenciada en Letras Modernas (UNC); especialista en Lectura, Escritura y Educación (FLACSO), sobre la utilización del lenguaje en ámbitos públicos del Estado y la educación.
“En contextos tanto académicos como de activismos en favor de los derechos de género, se discute más a fondo la denominación, optando algunos por lenguaje con perspectiva de género, lenguaje de respeto por la diversidad, lenguaje no sexista, lenguaje incluyente y la que yo prefiero, usos inclusivos del lenguaje”, dijo Vottero. “En rigor, en todos los casos se trata de lo que los hablantes o usuarios hacemos con el lenguaje, y no de una pretensión de disolver o modificar la normativa gramatical, de allí que es una verdadera falacia suponer, por ejemplo, que se quiere imponer un idioma nuevo o acabar con la gramática”.
¿Qué dice la RAE?
En España, a principios de 2020, cuando la Real Academia Española elaboró un Informe sobre el lenguaje inclusivo a raíz de una petición de la vicepresidenta del gobierno español, que pretendía modificar el texto de la vieja Constitución de 1978 por considerarla “machista”. La misma consideró a través de un documento que los grupos nominales en género masculino son de exégesis inclusiva, resultando en textos claros e inteligibles, por lo cual manifestaron que no existen razones gramaticales ni de inteligibilidad semántica que obliguen a introducir modificaciones”.
La especialista en lectura, escritura y educación expresó, “La Real Academia Española ha sido siempre una institución de marcada tendencia conservadora, incluso ultraconservadora y reaccionaria en algunos momentos, quizá en este mismo”, analizó la docente.
Al mismo tiempo, Vottero opinó que el remanido argumento de la RAE de que la lengua no es machista ni feminista (por citar solo uno), no logra sino intentar disimular de una manera bastante torpe que su verdadera contrariedad, como institución, se manifiesta precisamente frente a postulados progresistas, “su problema es eminentemente político e ideológico” indicó.
Lenguaje inclusivo
La docente de la casa de altos estudios se manifestó sobre la importancia de la utilización del lenguaje inclusivo, “se trata de una importancia central en el marco de la agenda actual por los derechos de las mujeres y de las minorías también llamadas disidencias”, señaló.
En esa línea, Vottero remarcó que allí está, justamente, el potencial de estos usos disruptivos del lenguaje, “su fuerza está en la operación retórica que proponen y generan: molestan a los sectores conservadores que no quieren verse cuestionados en sus privilegios o en sus ideas, y fortalecen a las personas que comienzan a percibirse, por fin, visibles y respetables por una sociedad que históricamente las ha perseguido y/o menospreciado”, explicó.
“Me refiero a los colectivos que lucharon, por ejemplo, por leyes como la de derecho a la identidad o al matrimonio igualitario”, agregó la docente Beatriz Vottero.
En respuesta al proyecto que fue presentado ate la Cámara de Diputados, la investigadora de FLACSO observó que los usos de la lengua reflejan y consolidan discusiones que necesitaron y necesitan de nuevas palabras, de modos alternativos de nombrarnos y de nombrar a los demás.
En la escuela y el Estado
El proyecto que fue presentado y que acompaña el espacio político del PRO solicita la prohibición del uso de “lenguaje inclusivo” en documentos y actos oficiales como así también en establecimientos educativos.
La licenciada Vottero sostuvo que el aula es y debe ser la palestra natural para conversar, analizar, discutir, escuchar, reflexionar sobre las diversas aristas y manifestaciones de este fenómeno, “tanto con niños como con adolescentes, jóvenes y adultos”, dijo.
Ante la consulta sobre la viabilidad de su utilización en las aulas, Vottero expresó:“Respecto de si existiera algún riesgo de obstaculizar o hasta de deformar el aprendizaje, puedo decirte con todas las letras que no existe en absoluto ninguna amenaza”. Y agregó:“Muy por el contrario, es un gran tema a trabajar en las aulas porque los niños advierten que está instalado en el medio donde viven, ya sea por adhesión o por rechazo, o incluso como interrogante”.
Al mismo tiempo, sostuvo que se trata de que, cuando en la escuela se enseñen, por ejemplo, los géneros de los sustantivos y adjetivos referidos a las personas, se converse a fondo sobre estos nuevos usos y por qué suceden o aparecen en nuestros días.
En cuanto a la utilización del lenguaje inclusivo en organizaciones del Estado, la educadora manifestó que en Argentina ya se han elaborado manuales orientadores o guías que sugieren reemplazar el masculino denominado genérico por sustantivos epicenos, perífrasis, “se trata de desdoblamientos sencillos y otras alternativas que, en todos los casos, procuran contribuir a que tomemos conciencia como sociedad de que podemos desnaturalizar, generar un sano extrañamiento frente a lo instituido y aprendido”, expresó Vottero.
Estudiantes
”Los, las y les estudiantes no creen que necesiten pedir la utilización del lenguaje inclusivo, si lo usan corrientemente, lo van a usar también en sus escritos”, dijo la licenciada en Letras Modernas.
“Hay tesis escritas en lenguaje inclusivo, yo como docente le voy a corregir la redacción, la precisión de las ideas, la sintaxis de la frase y del texto, pero no lo puedo sancionar si escribe o si dice ‘Les ciudadanes tenemos derecho a la salud pública’”, señaló Vottero.
Al mismo tiempo aclaró, “si une alumne me dice que se identifica como elle y/o me pide que no use el nombre de pila con que está matriculade, lo que merece de mi parte es escucha y respeto, principio básico para pensar en una sociedad más justa, más humana”.