Nadie sabía que ese sería un momento bisagra para el fútbol argentino. Porque Menotti fue quien cambió la mente de los dirigentes y de los jugadores locales, quienes entendieron que no sólo tenían la materia primera para competir a nivel internacional, sino que además se podía ser campeón del mundo, se podía trascender más allá de un acierto circunstancial.
¿Cuál era la diferencia entre competir y ser campeón? Argentina, hasta ese 12 de octubre del 74 se conformaba con, de vez en cuando, dar un sartenazo. Ganaba algún Sudamericano sin discusión, llegaba a cuartos de final de algún Mundial, le ganaba al Brasil campeón del mundo de 1970, se imponía a Alemania en Múnich 4-3 en 1973, un año antes de que fuera campeón del mundo.
Pero nunca imaginaba que estaba para más, para pelear el título en los Mundiales, por ejemplo.
Y ese poder de convencimiento de Menotti fue tal que, desde aquel momento hasta hoy, en 12 mundiales, Argentina consiguió tres títulos, dos subcampeonatos, llegó en cuatro ocasiones hasta los cuartos de final, dos hasta los octavos y apenas una vez quedó afuera en 1° fase. O sea, una Selección de primer nivel, del primer mundo, muy a pesar de pertenecer a un país que permanentemente fue acosado por crisis económicas que conspiraron contra el desarrollo de las ligas locales. Es verdad, y no se puede evitar mencionar, que el momento en que asumió Menotti, como tantos otros en la historia argentina, era especial. El país era gobernado por el peronismo (María Estela Martínez de Perón, Isabelita), se vivía una crisis política, económica y social de envergadura y pese a todo se estaba organizando el Mundial de 1978.
Menotti sobrellevó ese temporal. Y todavía tuvo que tener mucha más cintura para afrontar lo que se vino después de 24 de marzo de 1976, cuando siguió al frente del equipo con una dictadura genocida gobernando al país, y pese a que el entrenador era un militante inorgánico del Partido Comunista.
Por eso, uno de los temas cuando se repasa el Mundial 78 es la actitud asumida por Menotti durante aquellos años tétricos.
El hombre que lo había impulsado a la Selección en 1974 era David Bracuto, un médico de la UOM y ex presidente de Huracán, equipo con el que Menotti ganó consenso después de obtener en forma espléndida el título metropolitano con aquel fenomenal Huracán del Basile, Brindisi, Babington, Houseman, Larrosa y Avallay, por mencionar solo a algunos futbolistas de aquel ballet que danzaba dentro de la cancha.
Cuando llegó el golpe, en marzo del 76, Bracuto resistió unos días el embate de los dictadores, pero poco pudo hacer cuando, a fin de ese mes, le embargaron todas las cuentas de la AFA y sus pares (encabezados por Alberto J. Armando, por entonces presidente de Boca) le quitaron el apoyo y se lo dieron al doctor Alfredo Cantilo, hombre de Vélez y del almirante Alberto Lacoste.
En medio de la conmoción que causó en la delegación el derrocamiento de Isabel, Argentina salió a jugar contra Polonia su partido amistoso, el que ganó 2-1 con goles de Scotta y Houseman.
El 31 de marzo renunció Bracuto; y durante un mes la AFA quedó bajo la administración de su gerente, un tal Ernesto Alfredo Wiedrich. El 4 de abril, Argentina le ganó 4-1 a Uruguay por la Copa Lipton, y el 28 del mismo mes igualó 2-2 con Paraguay, por la Copa Bogado. El 3 de mayo se designó a Cantilo presidente de la AFA. Y mientras la Selección seguía su preparación, en la AFA se decidía qué hacer con Menotti. Cantilo estuvo a favor de mantenerlo en el cargo. El almirante Massera, hombre fuerte del gobierno y que estaba a cargo de la organización del Mundial, lo aprobó. Y Menotti siguió.
En una entrevista para el Corriere della Sera, el 18 de junio de 2008, Menotti dijo: "Fui usado. Lo de que el poder que se aprovecha del deporte es tan viejo como la humanidad. ¿Qué siento hoy? No lo volvería a hacer. Aunque es fácil hablar ahora".
¿Qué fue lo que llevó a Menotti a quedarse al frente de la Selección? Nadie está en la cabeza o el corazón del entrenador para saberlo. Nunca lo sabremos.
Menotti fue campeón del Mundo en 1978 y campeón del mundo con el juvenil, en Japón 1979. Luego el derrotero del entrenador fue variopinto. Dirigió a muchos equipos, pero sólo fue campeón tres veces más: con el Barcelona en 1983, de la Copa del Rey, de la Copa de la Liga y de la Supercopa de España. Luego Boca (1987), Atlético de Madrid (87- 88), River (88-89), Peñarol (90-91), Boca (93-94), Independiente (96-97), Sampdoria (97-98), Independiente (98-99), Rosario Central (2002), Independiente (2005), Puebla (2206) y finalmente se retiró en Tecos (2007).