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"Dios ha muerto"

El filósofo alemán Friedrich Nietzsche fue uno de los pensadores más influyentes del siglo XX y su proclama sobre el fallecimiento del supremo sirvió de base teórica para los críticos del fútbol actual.

En uno de los tantos programas de fútbol que se dan al mediodía en los canales de deportes había una discusión acalorada respecto de la calidad del juego, el rol de los entrenadores y la manera en la que se desempeñaban los jugadores. Uno de los panelistas que discutían, el de más edad, se agarró la cabeza, levantó las manos y a viva voz gritó: “No se dan cuenta de que el fútbol ha muerto”. Luego de un momento de silencio y de miradas de extrañeza, otro de los participantes de la discusión le espetó: “¿Y vos quién te creés que sos? ¿Friedrich Nietzsche?”.

Cuestiones fonéticas al margen, la comparación que hizo el periodista, entre su colega y el filósofo Friedrich Nietzsche tenía su razón en algún punto. Es que la frase que lanzó el panelista más veterano ancla sus raíces en la que hizo famoso al pensador alemán. En el aforismo 125 de su libro “La Gaya Ciencia”, el germano escribió sobre un hombre loco que llega al mercado preguntando por Dios y luego anuncia su muerte. A partir de allí, la premisa “Dios ha muerto” se ha convertido en una de las ideas más estudiadas de la filosofía y ha tenido muchas interpretaciones.

Este experimentado periodista no es el primero que acuña la frase de Nietzsche y la aplica al fútbol. No es la primera vez que se decreta su muerte. Pero, si el fútbol efectivamente ha muerto, ¿a qué se juega habitualmente en las canchas actuales?

En general, cuando alguien apela a la figura de la “muerte” para calificar al fútbol actual, la utiliza para decir que la manera en la que se juega ya no representa los valores centrales que tenía la disciplina. Es decir, ya no se lleva a cabo de manera correcta. Estos pensadores del balompié señalan que aquellas ideas centrales que hacían de este deporte algo hermoso fueron deformadas y reemplazadas por un nuevo tipo de dogma.

Para ellos el fútbol dejó de ser un espectáculo de caballeros, en el que lo artístico está por encima de lo competitivo. Antes, no se incurría en acciones ilegítimas para ganar. Pero, por sobre todas las cosas, el talento individual se ponía por encima de la táctica. La imaginación era mucho más importante que la estrategia. En ese tiempo, ver un partido de fútbol implicaba entregarse a la fascinación de una gambeta; en cambio, ahora se trata de sentarse a ver a dos formaciones chocar constantemente cual ejércitos.

Desde esta línea de pensamiento se acusa a entrenadores, jugadores y periodistas de haber contaminado el juego con sus ideas. De llevar el fútbol a la mecanización. Para ellos, la disciplina no tiene nada que ver con la repetición interminable de jugadas que hoy se lleva a cabo en los entrenamientos. Los mortifica el uso de las estadísticas y ni hablar la aplicación de la tecnología, que es algo totalmente antinatural y va contra la raíz del juego.

Así, si en Nietzsche Dios había sido asesinado por el hombre y en algún punto reemplazado por un dogma distinto, el de la razón, en el fútbol se da una situación similar. Los valores fundamentales del deporte ya no existen y fueron sustituidos por otros, asociados en muchos casos a una razón mecánica e instrumental.

De todas maneras, plantear esa mirada sobre la frase de Nietzsche es para algunos filósofos algo simplista. En realidad, la muerte de Dios es una forma de decir que ya no hay un sistema de valores absolutos en el que los seres humanos puedan creer de manera rotunda. Ya no hay ideas que sean verdaderas para todos; sino, interpretaciones de los hechos.

Así, proclamar la “muerte del fútbol” sería en realidad decir que ya no hay una sola mirada sobre lo que implica jugar al fútbol. Aquel juego en el que dominaba la imaginación no se terminó, sino que dio paso a otras concepciones que se sustentan en valores diferentes. Incluso podría ser el puntapié inicial para repensar la cosmovisión futbolera en general. Entonces no es que en las canchas actuales no se juegue al fútbol, sino que no se lo hace con las mismas premisas absolutas que guiaban la práctica en un principio.

Cuestiones interpretativas al margen, la frase de Friedrich Nietzsche le dio al fútbol la base para múltiples debates. Incluso, algo deformada en su significación, la proclama “el fútbol ha muerto” es el caballito de batalla de aquellos que cuestionan el modo en el que se juega actualmente y, también, la manera en la que se habla sobre él.

Agustín Hurtado. Redacción Puntal