Cuando el juez turco pitó el final en San Petersburgo y el gol de Rojo servía para que Argentina pasara raspando a octavos, teniendo en cuenta además la derrota de Islandia, el nombre de Francia se apareció en el horizonte, apenas nuestro equipo salió del infierno tan temido. Ese lugar en el que se colocó debido a flojas actuaciones, adornadas, desde fuera de la cancha por deplorables intervenciones periodísticas, que dieron vergüenza ajena, y se sumaron a una dirigencia ya bastante manchada.
En PUNTAL y desde Rusia contamos que mientras en las calles de San Petersburgo, una ciudad maravillosa, deambulan todavía miles de argentinos que en la jornada del martes protagonizaron una escena dantesca en las tribunas del Zenit Stadium, con cuarenta mil gargantas cantando por Argentina, en una circunstancia muy difícil de igualar si se tiene en cuenta la distancia entre Rusia y nuestro país y el costo para estar en este hermoso lugar, el intento por llegar a Kazán para ver el partido de octavos es la meta de nuestra gente.
Francia, se sabe, no está en la historia de Argentina, tantas veces, en mundiales.
Se conoce el choque en el Mundial del 30 en Uruguay, con victoria nuestra uno a cero y para los que vivimos intensamente la Copa de Argentina en 1978, el encuentro con los galos en el Monumental fue la bisagra para el equipo de Menotti, pensando en lo que vendría. Ganamos dos a uno, no sin sufrir, y clasificamos, sin pensar que unos días más tarde, Italia nos mandaría a Rosario, despojándonos del primer puesto en el grupo.
Aquel equipo francés jugó durante ese Mundial un partido con la camiseta de Kimberley de Mar del Plata, ante Hungría, por tener ambos equipos casacas suplentes blancas y no admitir la TV que jugaran con las titulares (azules y rojas, respectivamente). Kimberley prestó las suyas. Tanto Francia como Hungría estaban eliminadas. Y el partido ante Argentina había sido clave para ello.
Fue una épica historia de Leopoldo Luque, con un golazo lapidario, que vivió días aciagos en aquel momento. Su hermano había muerto en la mañana del partido en un accidente y no le avisaron hasta el otro día. Además, en el partido se lesionó feo el codo.
Luque dejó la selección por varios días sin estar ante Italia y Polonia, volvería ante Brasil en el cero a cero de la segunda ronda.
Cuando Francia cayó frente a Argentina, el conjunto galo ya se armaba para las grandes escuadras del 82 y 86 que chocaron contra Alemania que los sacó las dos veces, cuando a nivel juego los azules eran fenómenos. El Francia del 78 ya tenía a Platini (él nos hizo el gol) y a buenos jugadores como Bossis, Tresor, Michel, Lacombe y Rocheteau, entre otros, dirigidos por Michel Hidalgo.
Entre aquel partido y hoy nunca más jugamos contra Francia por algo. Hay un amistoso del equipo que tenía de técnico a Maradona, que se recuerda por un golazo de Messi y otro de Jonas Gutiérrez, como la última ocasión en que los enfrentamos. Fue en Marsella, en febrero de 2009.
Hoy Francia tiene características distintas. Más parecido al campeón del mundo del 98, sin Zidane, claro. Con nombres de delanteros francamente peligrosos. Todos conocemos a Griezmann, Giroud, Mbappé, Dembélé y Pogba, para tirar nombres de jugadores de altísimo nivel internacional. La zona de la mitad de la cancha no es altamente combativa, en donde brilla con luz propia Matuidi. En defensa, se han mostrado seguros, tanto que han recibido sólo un gol, en el partido ante Australia. Allí, una mezcla del Barza y el Madrid apuntala al equipo de Deschamps, Umtití y Varane tienen experiencia y calidad y llegan al área rival de buena manera.
Superaron bien a Perú, sin sobrarle demasiado, después de haber vencido a Australia y dejaron pasar el partido ante Dinamarca (0 a 0), sabiendo que estaba todo resuelto.
En definitiva, teniendo en cuenta lo ofrecido por Argentina en primera ronda, un rival peligroso. Pero lo mismo opinará cualquier francés futbolero a esta hora, esperando el sábado a Messi y los nuestros. Argentina está ahora en condiciones de ganarle a Francia y al que se ponga. Y sí mientras escribimos esto, Alemania se va a casa, habiendo participado de pobre manera en el Mundial; es el ejemplo evidente de un campeonato alentador para los amantes de las utopías.
Francia. Les Bleus son los rivales a vencer. Rusia, era verdad, no cree en lágrimas. No acepta eso de llorar por las derrotas, las propias o las ajenas. Argentina padeció y mucho para llegar hasta Francia, y los galos, que la esperaban sin transpirar demasiado, no podrán quejarse si les cae una selección inspirada en sus propias miserias. De las cuales, ojalá haya salido. A pesar del conventillo en el que nuestro país se acostumbró a vivir. Palabras más o menos, creo en Argentina. Porque entre las capacidades no demostradas y los milagros inesperados del Mundial, puede que los que parecían muertos, con minutos de silencio incluidos de parte de aquellos que consumimos a diario en los medios, se pongan a vivir, locos de alegría. Es un deseo. Y una presunción.
Osvaldo Wehbe
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Francia, se sabe, no está en la historia de Argentina, tantas veces, en mundiales.
Se conoce el choque en el Mundial del 30 en Uruguay, con victoria nuestra uno a cero y para los que vivimos intensamente la Copa de Argentina en 1978, el encuentro con los galos en el Monumental fue la bisagra para el equipo de Menotti, pensando en lo que vendría. Ganamos dos a uno, no sin sufrir, y clasificamos, sin pensar que unos días más tarde, Italia nos mandaría a Rosario, despojándonos del primer puesto en el grupo.
Aquel equipo francés jugó durante ese Mundial un partido con la camiseta de Kimberley de Mar del Plata, ante Hungría, por tener ambos equipos casacas suplentes blancas y no admitir la TV que jugaran con las titulares (azules y rojas, respectivamente). Kimberley prestó las suyas. Tanto Francia como Hungría estaban eliminadas. Y el partido ante Argentina había sido clave para ello.
Fue una épica historia de Leopoldo Luque, con un golazo lapidario, que vivió días aciagos en aquel momento. Su hermano había muerto en la mañana del partido en un accidente y no le avisaron hasta el otro día. Además, en el partido se lesionó feo el codo.
Luque dejó la selección por varios días sin estar ante Italia y Polonia, volvería ante Brasil en el cero a cero de la segunda ronda.
Cuando Francia cayó frente a Argentina, el conjunto galo ya se armaba para las grandes escuadras del 82 y 86 que chocaron contra Alemania que los sacó las dos veces, cuando a nivel juego los azules eran fenómenos. El Francia del 78 ya tenía a Platini (él nos hizo el gol) y a buenos jugadores como Bossis, Tresor, Michel, Lacombe y Rocheteau, entre otros, dirigidos por Michel Hidalgo.
Entre aquel partido y hoy nunca más jugamos contra Francia por algo. Hay un amistoso del equipo que tenía de técnico a Maradona, que se recuerda por un golazo de Messi y otro de Jonas Gutiérrez, como la última ocasión en que los enfrentamos. Fue en Marsella, en febrero de 2009.
Hoy Francia tiene características distintas. Más parecido al campeón del mundo del 98, sin Zidane, claro. Con nombres de delanteros francamente peligrosos. Todos conocemos a Griezmann, Giroud, Mbappé, Dembélé y Pogba, para tirar nombres de jugadores de altísimo nivel internacional. La zona de la mitad de la cancha no es altamente combativa, en donde brilla con luz propia Matuidi. En defensa, se han mostrado seguros, tanto que han recibido sólo un gol, en el partido ante Australia. Allí, una mezcla del Barza y el Madrid apuntala al equipo de Deschamps, Umtití y Varane tienen experiencia y calidad y llegan al área rival de buena manera.
Superaron bien a Perú, sin sobrarle demasiado, después de haber vencido a Australia y dejaron pasar el partido ante Dinamarca (0 a 0), sabiendo que estaba todo resuelto.
En definitiva, teniendo en cuenta lo ofrecido por Argentina en primera ronda, un rival peligroso. Pero lo mismo opinará cualquier francés futbolero a esta hora, esperando el sábado a Messi y los nuestros. Argentina está ahora en condiciones de ganarle a Francia y al que se ponga. Y sí mientras escribimos esto, Alemania se va a casa, habiendo participado de pobre manera en el Mundial; es el ejemplo evidente de un campeonato alentador para los amantes de las utopías.
Francia. Les Bleus son los rivales a vencer. Rusia, era verdad, no cree en lágrimas. No acepta eso de llorar por las derrotas, las propias o las ajenas. Argentina padeció y mucho para llegar hasta Francia, y los galos, que la esperaban sin transpirar demasiado, no podrán quejarse si les cae una selección inspirada en sus propias miserias. De las cuales, ojalá haya salido. A pesar del conventillo en el que nuestro país se acostumbró a vivir. Palabras más o menos, creo en Argentina. Porque entre las capacidades no demostradas y los milagros inesperados del Mundial, puede que los que parecían muertos, con minutos de silencio incluidos de parte de aquellos que consumimos a diario en los medios, se pongan a vivir, locos de alegría. Es un deseo. Y una presunción.
Osvaldo Wehbe