En política hay dichos y hechos. Hay comentarios privados y actos públicos. Hay intenciones y realidades. Entre ambas conviven un mundo de escenarios posibles y otros verdaderos. 

En ese péndulo aparecen los análisis políticos, cargados de especulaciones, pero también de información del día a día, que puede mutar con el tiempo, con los acuerdos o desacuerdos propios de la política partidaria. En definitiva, es la política, ese arte de lo posible que genera a cada instante un escenario distinto y a veces impensado. 

Por ello, y para poner los puntos sobre las íes, ésta es una columna de información “del hoy”, que tal vez cambie en el futuro; y también una columna de opinión “del hoy”, que tal vez se modifique en función del cambio de los escenarios. 

Y en esta aproximación de la política partidaria del “hoy” a nivel local, tanto en el Partido Justicialista como en Cambiemos, ya se pueden vislumbrar los posibles candidatos a intendente de cada fuerza, algunos ya lanzados, como el propio intendente Martín Gill y otros por florecer, como el juecista Jorge Valinotto, sólo para citar dos casos.

Sobre cada una de las personas que se mencionarán en esta columna se expondrán dos instancias. Una la real, lo hecho público. Y otra la especulativa, aquello que “se dice”, pero que todavía no tiene asidero en la realidad ni consenso para salir a la luz.

Pero antes de mencionar nombres de posibles candidatos, hay un dato no menor para analizar a un año de las elecciones municipales. Hablamos de la fecha de los comicios. Tanto en el oficialismo como en la oposición entienden que la jugada del gobernador Juan Schiaretti en la Legislatura, que modificó la ley para anunciar la fecha de las elecciones provinciales en función de sus propias necesidades, no deja margen para que las municipales se realicen antes de las provinciales. Esto es casi un hecho.

Y ello es un arma de doble filo: quien gane la gobernación sentirá que el Sillón de Viñas está más cerca. Quien pierda, al futuro lo verá sombrío. La convocatoria a elecciones se debe producir 90 días antes del comicio.

En el oficialismo

En este repaso por la realidad de las dos principales fuerzas políticas, primero hablaremos del oficialismo. El intendente Gill ya anunció que trabaja por la continuidad. Ése es un acto público. Pero, por lo bajo, allegados al jefe comunal reconocen que si no arreglan con el accastellismo, la reelección se volverá una misión complicada, por no decir imposible. 

Fuentes del accastellismo aseguran que la intención es acordar, encontrar puntos de consenso, pero no descartan una candidatura “por afuera” del propio Eduardo Accastello o del legislador provincial José Escamilla, que también hizo pública su intención.  

“Divididos perdemos”, dijo en off un viejo conocedor de la política local, de extracción peronista, que conoce tanto a Gill como a Accastello.

La concejala y pareja del exintendente, Verónica Navarro, salió a pedir internas. Desde la intendencia no quieren saber nada. Esa alternativa está muy lejos de concretarse. “El candidato va a ser Gill”, dijo este mismo dirigente y opinó que Accastello realiza manifestaciones públicas “sólo para negociar”.

El PJ de Villa María nunca resolvió sus diferencias en internas en los últimos 20 años, el propio Accastello y la ahora funcionaria provincial Nora Bedano no soltaron la lapicera en ningún momento a la hora de armar listas. A Raúl Costa, en el 2007, le negaron la posibilidad de competir. Resulta raro que el accastellismo reclame internas cuando en el ejercicio del poder jamás lo contempló.

Gill también hará lo mismo que su antecesor, aunque no dispondrá de libertad absoluta al momento de armar las listas, si efectivamente es candidato, y necesitará arreglar con el accastellismo. 

Otros posibles nombres en el oficialismo: José Carignano y Carlos Pizzorno, hoy más relegados y con chances remotas de aspirar a la máxima candidatura local. 

En Cambiemos

En Cambiemos la realidad no es tan diferente. Hay varios nombres. Pero todos saben que unidos pueden luchar por la intendencia y divididos les resultará imposible derrotar a un PJ unido (si así sucede). 

El Pro corre con el caballo del comisario. Tiene dos dirigentes posicionados en la sociedad y -sobre todo- “la banca” del Gobierno nacional. Darío Capitani es el armador del espacio y también posible candidato. Ya dijo que quiere ser, aunque las encuestas cercanas a la fecha de las elecciones terminarán por definir su suerte. Lo mismo le cabe al otro dirigente mejor posicionado, el director del Pami Córdoba, Juan Carlos Zazzetti, quien compitió contra Gill en 2015.

El Frente Cívico, otro de los partidos de Cambiemos, ya lanzó a Jorge Valinotto. Lo dijo el propio Luis Juez en su última visita a la ciudad. El exdiputado nacional no dijo ni sí ni no, pero hubo una sonrisa cómplice en la conferencia de prensa. Asimismo, Juez aclaró que no pondrán palos en la rueda y si hay otros dirigentes mejores posicionados declinarán la candidatura. El lugar reservado para Valinotto es, tal vez, el Concejo Deliberante.

Las principales diferencias en el armado de Cambiemos lo plantea la UCR. El presidente del Comité Villa María, Marcelo Barotto, le manifestó a este diario semanas atrás que no tienen diálogo con Capitani y que en octubre lanzarán un candidato a intendente propio. El nombre que suena es Cecilia Fernández, la exconcejala y exjueza de menores.

Pero, a la vez, hay otros dirigentes del radicalismo que van hacia la unidad con el Pro y el Frente Cívico, como Gustavo Lazzuri, titular local del Anses, o Romeo Benzo, quien fue nombrado recientemente como miembro de Ente de Control de Servicios Públicos. Lazzuri sería otro nombre para sumar a la lista de candidatos. 

Algunas fuentes consultadas dijeron que, para consensuar posturas entre los diferentes sectores del radicalismo e incluso en el mismo Cambiemos, llamaron al excandidato a intendente Miguel Olaviaga. Por ahora, no hay avances.

Juez pidió públicamente internas abiertas, el Pro lo descarta categóricamente. Y la UCR amenaza con candidato propio. En esa discusión se encuentra Cambiemos. El Pro resolvería las discrepancias “de cartel” con una encuesta, este es su ADN. Pero en los partidos de mayor tradición democrática, con los números no alcanzan para dirimir candidaturas. 

En definitiva, y a modo de conclusión, el armado nacional y provincial repercutirá en Villa María. De eso no hay dudas. Y esta tesis le cabe tanto al PJ como a Cambiemos. Todo está por verse.

Martin Alanis

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