Es que gracias al gol de Lautaro Saravia a los 49’ST, el “verde” empató 1-1 un partido adverso de principio a fin ante Vélez de Oliva, que ganaba en la Plaza con gol de Gabriel Pedraza y jugó el segundo tiempo con 1 hombre más, por la expulsión de Nicolás Pedernera.
Los empates como local no se festejan, pero Rivadavia encontró un punto de apoyo en una noche muy complicada desde el inicio, cuando Maximiliano Demarchi sufrió una lesión muscular (10’) y forzó a Roda a marcar el lateral izquierdo.
El ingreso de Córdoba otorgó salida, pero faltaron conexiones, y Vélez demostró ser un equipo con buen control de balón a partir de Temporini y Girotti, creatividad con Pierrot y Villalón, velocidad y desequilibrio con Patrignani y Pedraza, que convirtió a los 31’, tras un tiro de esquina que nunca el “verde” terminó de despejar, y el “9” definió en la boca del arco.
Era justo, porque Montiel le había tapado un mano a mano a Patrignani, “Indio” Martínez salvó en la línea la definición de Pedraza y Villalón elevó otra opción en el área.
Si bien el “verde” respondió con un mano a mano que Gastaldi le tapó a Yanantuoni, y en el final el “1” le negó el empate a Cecchini, Rivadavia no logró aceitar los engranajes en el medio campo, donde tiene mucho (Caciorgna, Cecchini, González, luego Córdoba, Kranevitter, Demarchi y Basualdo), pero jugó poco. Debutar nunca es fácil.
Jugó con “10 hombres” en el segundo tiempo por la expulsión de Pedernera. Vélez tuvo para liquidar el partido a través de Patrignani y Villalón (ambos desviaron).
El ingreso de Kranevitter otorgó más prolijidad al “verde”, que encontró en el banco ahorros para tapar los huecos que se vio forzado a dejar en el intento por igualar.
Lo buscó, bien y mal. Jugó con 3 defensores; Bencivenga trepó por ambos laterales, Martínez empujó y Roda (luego Roberto) se bancó a los buenos delanteros de la “V”, que con menos recambio tuvo en los pies llenos de talento de Villalón el segundo (elevó a los 20’) y luego el triunfo con el ingresado Otta, que desvió en el área chica.
Dejar vivo a un Rivadavia con un potencial muy importante fue un grave pecado, porque no se guardó nada hasta lograr el empate, que Gastaldi evitó ante Caciorgna, y volando para enviar al córner un cabezazo de Javier Demarchi.
La desesperación no es buena aliada en la búsqueda del gol. Ir no es llegar, y apresurarse o imprimir vértigo no ayuda a ser preciso, ni mucho menos efectivo o eficaz.
Apenas un tiro libre de Kranevitter y otro tiro elevado de Caciorgna dejaron ver cierta impotencia para abastecer a los 3 puntas Arbarello, Demarchi y Saravia, que le quitó la pelota a Rocha y definió como los dioses, para decretar el 1-1 a los 49’. Un grito sagrado que devolvió la fe.