En la Cámara del Crimen, Carlos Diego Moreno, de 33 años y oriundo de Oliva, finalmente fue condenado a un año de prisión de cumplimiento efectivo por ser considerado el autor responsable del delito de lesiones leves calificadas contra su expareja. Asimismo, es preciso señalar que se le unificó una condena anterior que poseía de 2014 y, de esta manera, el total de la pena ascendió a 3 años. Además se decidió que el hombre sea sometido a un tratamiento por su adicción a las drogas en el establecimiento penitenciario.
La palabra del médico
Ayer, como estaba previsto, Gustavo Rodríguez compareció en el recinto. Él, en su calidad de profesional de la salud habló, principalmente, sobre la epilepsia, enfermedad que sufre el imputado y que, en las audiencias anteriores, fue motivo de discusión porque se consideró que podrían haber influido en el hecho, ocurrido en abril de 2017.
En este sentido, ante las preguntas del abogado defensor, Marcos Gustavo Atienza, el médico comenzó contando que la epilepsia es un “trastorno neurológico” que genera convulsiones. Éstas, a su vez, explicó que pueden estar dadas por temblores o ausencias, que suceden de manera involuntaria.
Por otra parte sostuvo que, con medicación, se puede corregir. Por último, tras otro interrogante de Atienza, indicó que el estrés “no agrava” este tipo de situaciones.
Seguidamente, el fiscal Francisco Márquez también tomó la palabra y lo interpeló a Rodríguez. En este sentido, el representante del Ministerio Público Fiscal se refirió al suceso en el que el hombre iba manejando, cuando, según lo dicho por el imputado, Abigaíl Alfonso —su exconcubina— le comenzó a pegar y, por ende, debió frenar “de golpe” para no chocar.
Inmediatamente, una vez relatado el acontecimiento, le preguntó cuál sería la reacción de una persona que, mientras va circulando, tiene un episodio de tales características. En esta dirección, el médico contestó que, de haber tenido una convulsión, habría soltado el volante y, probablemente, habría chocado, produciéndose así un desenlace que, quizás, podría haber tenido otras características.
Los alegatos
El fiscal Márquez, en primer lugar, sostuvo la acusación y “la responsabilidad penal del acusado”.
Posteriormente habló sobre la declaración de Alfonso —quien compareció el martes— y se preguntó por qué debería creerle ahora (por el martes, cuando dijo que mintió en su primera declaración) y no cuando lo denunció por primera vez.
Luego, volvió a recordar los hechos y los detalló con mayor precisión. A la vez, se remitió a lo manifestado por la víctima en su primera versión, cuando expresó que el imputado le pegó y la quiso tirar del vehículo.
Antes de continuar es oportuno decir que la damnificada, el martes, señaló que ella mintió la primera vez porque la madre —quien consideraba al hombre “violento y adicto”— la presionó, debido a que no lo quería al hombre. Y agregó también que lo había denunciado “por despecho”.
De esta manera, Márquez se refirió a esto y planteó cómo la madre podría haber influido en el hecho ocurrido en abril, si se encontraba en Oliva, localidad de donde son oriundos tanto Moreno como Alfonso.
Otras precisiones que realizó el fiscal se relacionan con las lesiones que presentaba la mujer, de acuerdo a los certificados médicos: sangraba por la nariz, tenía una marca en el cuello y un golpe en el pómulo.
Por otra parte se explayó sobre antecedentes que, según lo que aparece en expedientes de violencia familiar, vinculan a Moreno con otros casos anteriores en los que agredió a la mujer. En este sentido, también relató que la madre contó que su hija había regresado al hogar con golpes en otras ocasiones.
Una vez finalizado su alegato, fue el turno de Atienza, quien pidió la absolución de su defendido.
Entre sus argumentos, sostuvo que Moreno “no es violento ni tiene conductas inapropiadas”. Además aludió a lo dicho por Alfonso en la sala, quien había expresado que ella fue la que le pegó y que “Diego sólo intentó defenderse”. Además insistió en que ella comprendió que podría ir presa por haber incurrido en falso testimonio y que supuestamente mintió, como se precisó anteriormente, “por despecho”.
Otros de sus argumentos se relacionaron con el hecho. Así, sostuvo que ninguno de los testigos que estuvieron presentes sabían por qué le sangraba la nariz porque todos llegaron “cuando el suceso había concluido”. Por ende, aseguró que la autoría no está acreditada y que, por tanto, “hay certeza negativa”.
Igualmente habló de las peleas que habría mantenido Alfonso con las ex de Moreno, casos que podrían tener que ver con algunas de las lesiones que presentó ella en ese momento, debido a que esas riñas, al parecer, se produjeron pocos días antes del suceso que llevó a Moreno al banquillo de los acusados.
Por último habló de su confianza en el juicio, y no en los medios de comunicación, quienes, a veces, dictan sentencia con anterioridad a la de un Tribunal. En este sentido, el defensor presentó ante el juez una noticia en la que se afirmaba, rotundamente, la culpabilidad de Moreno, previo al dictado de la sentencia. En esta dirección hizo hincapié sobre la condena social que padecen, algunas veces, los acusados.
La última palabra
En correspondencia con el proceso judicial, el juez le otorgó a Moreno la oportunidad de la última palabra. “Por ser bueno hace un año que estoy preso. Yo soy el que pidió auxilio”, afirmó. Y, como lo hizo durante los demás debates, insistió en su inocencia, pidió que se haga justicia y sostuvo que no mintió “en ningún momento”.
La sentencia
Después de un breve cuarto intermedio, Guillermo Picco, el actuario, dio lectura a la sentencia que, como se especificó, fue de un año por lesiones leves calificadas, que se unificó en tres, por una condena del año 2014.
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Ayer, como estaba previsto, Gustavo Rodríguez compareció en el recinto. Él, en su calidad de profesional de la salud habló, principalmente, sobre la epilepsia, enfermedad que sufre el imputado y que, en las audiencias anteriores, fue motivo de discusión porque se consideró que podrían haber influido en el hecho, ocurrido en abril de 2017.
En este sentido, ante las preguntas del abogado defensor, Marcos Gustavo Atienza, el médico comenzó contando que la epilepsia es un “trastorno neurológico” que genera convulsiones. Éstas, a su vez, explicó que pueden estar dadas por temblores o ausencias, que suceden de manera involuntaria.
Por otra parte sostuvo que, con medicación, se puede corregir. Por último, tras otro interrogante de Atienza, indicó que el estrés “no agrava” este tipo de situaciones.
Seguidamente, el fiscal Francisco Márquez también tomó la palabra y lo interpeló a Rodríguez. En este sentido, el representante del Ministerio Público Fiscal se refirió al suceso en el que el hombre iba manejando, cuando, según lo dicho por el imputado, Abigaíl Alfonso —su exconcubina— le comenzó a pegar y, por ende, debió frenar “de golpe” para no chocar.
Inmediatamente, una vez relatado el acontecimiento, le preguntó cuál sería la reacción de una persona que, mientras va circulando, tiene un episodio de tales características. En esta dirección, el médico contestó que, de haber tenido una convulsión, habría soltado el volante y, probablemente, habría chocado, produciéndose así un desenlace que, quizás, podría haber tenido otras características.
Los alegatos
El fiscal Márquez, en primer lugar, sostuvo la acusación y “la responsabilidad penal del acusado”.
Posteriormente habló sobre la declaración de Alfonso —quien compareció el martes— y se preguntó por qué debería creerle ahora (por el martes, cuando dijo que mintió en su primera declaración) y no cuando lo denunció por primera vez.
Luego, volvió a recordar los hechos y los detalló con mayor precisión. A la vez, se remitió a lo manifestado por la víctima en su primera versión, cuando expresó que el imputado le pegó y la quiso tirar del vehículo.
Antes de continuar es oportuno decir que la damnificada, el martes, señaló que ella mintió la primera vez porque la madre —quien consideraba al hombre “violento y adicto”— la presionó, debido a que no lo quería al hombre. Y agregó también que lo había denunciado “por despecho”.
De esta manera, Márquez se refirió a esto y planteó cómo la madre podría haber influido en el hecho ocurrido en abril, si se encontraba en Oliva, localidad de donde son oriundos tanto Moreno como Alfonso.
Otras precisiones que realizó el fiscal se relacionan con las lesiones que presentaba la mujer, de acuerdo a los certificados médicos: sangraba por la nariz, tenía una marca en el cuello y un golpe en el pómulo.
Por otra parte se explayó sobre antecedentes que, según lo que aparece en expedientes de violencia familiar, vinculan a Moreno con otros casos anteriores en los que agredió a la mujer. En este sentido, también relató que la madre contó que su hija había regresado al hogar con golpes en otras ocasiones.
Una vez finalizado su alegato, fue el turno de Atienza, quien pidió la absolución de su defendido.
Entre sus argumentos, sostuvo que Moreno “no es violento ni tiene conductas inapropiadas”. Además aludió a lo dicho por Alfonso en la sala, quien había expresado que ella fue la que le pegó y que “Diego sólo intentó defenderse”. Además insistió en que ella comprendió que podría ir presa por haber incurrido en falso testimonio y que supuestamente mintió, como se precisó anteriormente, “por despecho”.
Otros de sus argumentos se relacionaron con el hecho. Así, sostuvo que ninguno de los testigos que estuvieron presentes sabían por qué le sangraba la nariz porque todos llegaron “cuando el suceso había concluido”. Por ende, aseguró que la autoría no está acreditada y que, por tanto, “hay certeza negativa”.
Igualmente habló de las peleas que habría mantenido Alfonso con las ex de Moreno, casos que podrían tener que ver con algunas de las lesiones que presentó ella en ese momento, debido a que esas riñas, al parecer, se produjeron pocos días antes del suceso que llevó a Moreno al banquillo de los acusados.
Por último habló de su confianza en el juicio, y no en los medios de comunicación, quienes, a veces, dictan sentencia con anterioridad a la de un Tribunal. En este sentido, el defensor presentó ante el juez una noticia en la que se afirmaba, rotundamente, la culpabilidad de Moreno, previo al dictado de la sentencia. En esta dirección hizo hincapié sobre la condena social que padecen, algunas veces, los acusados.
La última palabra
En correspondencia con el proceso judicial, el juez le otorgó a Moreno la oportunidad de la última palabra. “Por ser bueno hace un año que estoy preso. Yo soy el que pidió auxilio”, afirmó. Y, como lo hizo durante los demás debates, insistió en su inocencia, pidió que se haga justicia y sostuvo que no mintió “en ningún momento”.
La sentencia
Después de un breve cuarto intermedio, Guillermo Picco, el actuario, dio lectura a la sentencia que, como se especificó, fue de un año por lesiones leves calificadas, que se unificó en tres, por una condena del año 2014.