Esta situación terminó en corridas dentro de la cancha, cuando ya se jugaba tiempo adicional, luego del ingreso inentendible de 4 o 5 miembros de la barra (saltaron el alambrado sin que la policía pudiera detenerlos), lo que sumó más dramatismo a la noche.
El resultado estaba 2 a 2, aunque seguramente este partido terminará resolviéndose en el Consejo Federal.
Un gran choque desvirtuado desde el comienzo
El encuentro se jugó como lo que era, como una final; Estudiantes salió a disputarlo luego de la derrota en Villa Ramallo sabiendo que no podía dejar más puntos en el camino, con un conjunto que venía de tener fecha libre y buscaba comenzar su paso en el Pentagonal final sumando en Río Cuarto.
Fueron unos primeros 45 minutos con mucho vértigo, con los dos equipos buscando llegar rápido al arco contrario para sacar ventaja en el marcador.
A los 14’, Cainelli rompió de derecha hacia el medio y habilitó a Sepúlveda, que ante la salida de Taborda buscó el ingreso de Reynoso, el Chivo definió y Hugo Vera la sacó en la línea, pero llegó de arremetida el propio Sepúlveda para puntearla al gol.
Con la desventaja en el marcador, el Ferroviario se fue en busca de Peralta y contó con algunas llegadas de peligro, sobre todo por intermedio de remates de larga distancia, pero no con la claridad necesaria para igualar las acciones.
Por su parte, el León no pudo llegar nuevamente con peligro y le cedió por momentos el manejo de la pelota a su rival, pero siempre con entrega y sacrificio para morder en cada rincón del campo, teniendo que luchar también con el árbitro tucumano, Luis Lobo Medina, que llamativamente inclinó la cancha en favor de la visita, cobrando cuanta jugada dividida hubo en esos primeros 45 minutos en contra del Celeste y cargando a sus jugadores de amarillas.
En el complemento, Estudiantes golpeó rápidamente cuando a los 2’ Reynoso luchó arriba, le quedó a Cainelli, centro atrás, Comba llegó por el segundo palo y puso el 2 a 0.
Esa nueva cachetada en el marcador para los santiagueños amainó la enjundia de la visita, que solamente se mantenía expectante en el partido por la expulsión de Zbrun, quien en otro error del árbitro se tuvo que ir a las duchas a los 8’ de la segunda mitad.
A los 17’ llegó otra de las malas decisiones de Lobo Medina, que cobró penal luego de un leve contacto físico de Lamolla con Jara, que luego se haría cargo de la pena máxima para anotar el descuento.
Esta sucesión de jugadas mal cobradas en contra de Estudiantes fueron exaltando el humor de todos los hinchas, quienes explotaron a los 24.30’, cuando Ortega en el primer palo cabeceó para decretar el empate.
A partir de ahí el Candini se volvió una caldera que iba subiendo su temperatura en cada falta que no cobrara Lobo Medina y en cada tarjeta que volaba al aire para un local.
Todo se desmadró a los 46’, cuando Lamolla le bajó en el área la pelota a Maffini, quien fue alevosamente empujado desde atrás cuando estaba por definir abajo del arco. “Penal...” gritaron todos, menos Lobo Molina, que dijo “Siga, siga”.
Ahí llegó el principio del fin, todos los jugadores del local se le fueron encima al árbitro y comenzaron las corridas y los forcejeos entre los protagonistas y suplentes de ambos equipos. Para colmo de males, un puñado de barras ingresó a la cancha y ya nadie pudo encontrar la calma.
Lo único que alcanzó a decir el árbitro a la salida del estadio (luego de más de media hora de estar custodiado por la policía) fue que había suspendido el partido por inferioridad numérica de ambos equipos (es decir que informará al menos a 4 jugadores de Estudiantes y 5 de la visita).
Una jornada negra, que tuvo un solo responsable, Luis Lobo Medina.
Tristán Amado Comentá esta nota Noticias Relacionadas