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Yoga para niños: el camino para la estabilidad y la tranquilidad

“Contribuye al desarrollo de la atención, en su autoestima, la motivación e interiorización de valores, el autoconocimiento y el desarrollo de la creatividad”, explicó la especialista en la disciplina y psicopedagoga Nuria Romano

Semanas atrás se conmemoró el Día Internacional del Yoga –más precisamente el 21 de junio– y año tras año esta disciplina se va acrecentando. De a poco también se va incorporando en la vida de los más pequeños. 

Debido a la vorágine de los tiempos que corren actualmente, muchos padres deciden mandar a sus hijos a yoga. La profesional Nuria Romano, profesora de yoga y psicopedagoga, cuenta los motivos y las características de esta disciplina. 

Con una formación integral en el área de salud y social y experiencias diversas en el abordaje de la niñez, Romano define al yoga como una disciplina estrictamente práctica que conduce al Samádhi (estado de autoconocimiento), la misma es una palabra escrita en la lengua sánscrita y su traducción en unión del cuerpo físico, mental y emocional. 

La profesora expresó: “El yoga para niños es justamente una especialización, se adaptan las prácticas de acuerdo al desarrollo de las posibilidades del niño”. 

A su vez, agregó: “Lo que se trabaja dentro del yoga para niños es básicamente el desarrollo o fortalecimiento de la conciencia corporal ayudándolos en el desarrollo del equilibrio, la fuerza y la elasticidad”.

 Asimismo, la profesional destacó que se trabaja con la higiene postural. “Tenemos niños hoy en día que pasan muchas horas sentados en la escuela y las posturas no son las adecuadas, lo cual influye de manera directa en sus articulaciones, en su desarrollo; por lo tanto el yoga ayuda a que su desarrollo sea óptimo”.

¿En qué puede favorecer en la vida de un niño?, se le preguntó. Romano respondió: “La práctica disciplinar va a contribuir al desarrollo de la atención, en su autoestima, la motivación y en la interiorización de valores, el autoconocimiento y el desarrollo de la creatividad”.

 Dichos aspectos, según explicó la profesional, se van a ir abordando a través del desarrollo de la práctica disciplinada. “Siempre estamos hablando de esto, se los llaman ‘efectos residuales’ de dicha práctica disciplinada”.

“Según el desarrollo de las posibilidades de cada uno puede manejar mejor los movimientos de su cuerpo, podés desarrollar sus aspectos creativos, los efectos residuales de la práctica son sumamente amplios”, manifestó.

A modo de ejemplo, la psicopedagoga explicó que en el desarrollo de una práctica se les ocurren cosas características de un niño como actividades, posturas, asociaciones de acuerdo a los movimientos de su propio cuerpo que uno como adultos no lograría tenerlas. 

“Estimular todo ésto los conduce a un desarrollo aún más integral. Por otro lado, tenemos lo que produce que no es un dato menor, que es lograr este estado de tranquilidad”.

También enfatizó: “Hay técnicas que se utilizan dentro del yoga como la respiración o pranayamas que los ayuda a atravesar situaciones de conflicto de una manera mucho más saludable. Los niños aprenden otras herramientas para afrontar situaciones que les genera mucho estrés”.

“Hoy en día tenemos niños que padecen de violencia escolar, de discriminación, y esto los ayuda a afrontar estas situaciones de una manera saludable y protegiendo su psiquismo”, resumió. 

“Los efectos son innumerables, dependen de las necesidades del niño, y él va a decidir lo que va a incorporar a su vida cotidiana”, agregó.

En cuanto a la predisposición que los más pequeños tienen a la hora de practicar yoga, la profesora señaló que en cuanto a su experiencia siempre se manifiestan de forma predispuesta y alegre. “Ante todo porque siempre les está implicando un desafío, el hecho de poner en juego su cuerpo a ellos les representa todo un desafío. Y siempre están dispuestos a asumirlo, se manifiestan normalmente de manera positiva”, añadió.

Explica la especialista que generalmente se trata de que la práctica sea dinámica y recreativa, para que los niños tengan la energía y la motivación de hacerla. “Generalmente al terminar la práctica siempre están muy relajados y tranquilos”. 

Por otro lado, en cuanto a la edad recomendada para que los niños comiencen con dichas prácticas, Romano explicó que lo ideal es a partir de los 4 años. “Es donde ya hay un desarrollo del lenguaje, de la coordinación de sus movimientos y de inteligencia sensorio-motriz, deben imitar movimientos”. “Cuando pasan los 10 años de edad se puede ir incorporando Dhyana yoga, que es meditación”, sugirió. 

Por último, para la especialista es importante aclarar –porque suele haber confusión– el yoga no es una religión, es una práctica disciplinada. “Que uno utilice en ocasiones un mantra no significa que  sea de un aspecto religioso, sino que muchas veces lo utilizamos para generar un estado”. “No hacemos nada que los dañe física, mental o emocionalmente. Todo lo contrario, se busca utilizar siempre emociones positivas, justamente por eso estamos trabajando con niños que están en proceso de construcción de su psiquismo, por lo tanto el profe siempre se va a manifestar de una manera sumamente amorosa y respetuosa”, finalizó.



Aldana Pzybylski.  Redacción Puntal Villa María

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