Alegaron las partes

Los alegatos se abrieron con la fundamentación del fiscal Márquez, quien un día antes había sido cuestionado por la familia de la víctima, situación que dio lugar al pedido de recusación por parte de la querella, la que luego fue rechazada por la máxima autoridad de la Cámara del Crimen.

En su exposición, el fiscal pidió absolver a todos los acusados, entendiendo que en su obrar no hubo negligencia, ni impericia ni imprudencia, cuestiones que sí fueron consideradas por los peritos Rousse y Cepeda.

Durante la audiencia, se debatieron varios temas. Por ejemplo, se puso en discusión el tiempo que dejaron pasar los médicos para practicarle el primer legrado a Lucrecia (en total se le realizaron dos procedimientos de este tipo, más una laparotomía exploratoria y la extracción del útero). También se discutió no haberle dado ningún tipo de medicación a la muchacha durante los primeros días, cuando se suponía que ya estaba cursando un aborto espontáneo.

Para sostener su pedido de absolución, Márquez se apoyó principalmente en la ampliación de la pericia, sostenida por los peritos Crespo Roca y Ruiz Córdoba, dejando de lado las “conjeturas” (así las describió) que enumeraron peritos oficiales como Rousse y Cepeda.

Fue nombrando uno por uno a los imputados y mencionando por qué creía que no había nexo causal con la muerte de la joven. Sobre Godoy, la médica que recibió a Lucrecia en el área de tocoginecología, mencionó que su nombre nunca apareció en el expediente. Por ende, descartó que haya actuado con negligencia. Sobre Méndez, la facultativa que le practicó el primer legrado, sostuvo casi lo mismo. Que no hubo imprudencia en su actuar. Siguiendo la misma línea, pidió absolver a Bufadossi, profesional que le realizó una laparotomía exploratoria, y a Ferres, el encargado de hacerle un segundo legrado. Para Márquez tampoco hubo impericia en el accionar de Beltramo, ya que nunca se comprobó que haya estado en el Pasteur cuando Lucrecia recibió el alta luego del primer legrado.

Valoró el criterio utilizado por los médicos cuando creyeron inoportuna la realización del primer legrado entendiendo que la joven no estaba en ayunas. Volvió a insistir con la contradicción entre una pericia y la otra y, no pudiendo inclinarse por ninguna de ellas, optó por no tomar partido (aunque sí lo hizo) y solicitar la absolución. Sobre la medicación que no recibió Lucrecia, afirmó que “no había evidencia científica” para proceder de ese modo. Al respecto, dijo que los profesionales actúan de acuerdo con protocolos y que en los hospitales públicos como el Pasteur “no se practica medicina experimental”. En otra parte de su exposición, el representante del Ministerio Público Fiscal enfatizó que “hacer Justicia no es buscar chivos expiatorios” y trajo a la memoria de la jueza el caso de “un perejil”, al que luego no hizo referencia. En todo momento cargó contra los peritos iniciales, acusándolos de “confabulación culposa”. Se puso en el lugar de los médicos con una metáfora futbolística: “Es como cuando estás al frente de la pelota y tenés que patear un penal”.

Pedido de prisión

Nicolli fundamentó después de Márquez y se posicionó en tres frentes. Primero, expuso que Lucrecia acusó en su internación “falta de antibióticos antes y después de los legrados”. Para reforzar la idea, recordó el testimonio del perito Rousse, quien dejó en claro que, “si le hubiesen dado antibióticos, la historia hubiese sido otra”.

En segundo lugar, trajo a colación algo que ya había manifestado en instancias previas, que es el tiempo de demora que pasó entre su segundo ingreso al Pasteur y el primer legrado, en el que hubo una ventana de casi 20 horas.

Nicolli destacó que siempre fue “urgente” su tratamiento y que era evidente que estaba cursando un cuadro infeccioso. Mencionó que la tarea de todos los que la atendieron fue “conservadora”, esto a sabiendas de que ya desde el 31 se sabía que atravesaba un aborto espontáneo y que había perdido importante cantidad de sangre.

Además, contó que nunca se tuvieron en cuenta sus síntomas, ni tampoco se prestó atención a lo que manifestaba la familia, especialmente su abuela, María Rosa, persona que estuvo a su lado en todo momento.

Repasó con dolor uno por uno los hechos que llevaron a la muerte de Lucrecia. Puso sobre la mesa que fue víctima de violencia obstétrica. Les recordó a los facultativos que debieron ponerse en lugar de la paciente. Denunció que en el juicio “nunca se habló de lo que Lucrecia sentía”. Apuntó que el trato de los médicos fue “deshumanizado” y “despersonalizado”. Profundizó en que la joven fallecida era “mujer” y “menor”. Cerró sosteniendo que lo más justo era que los imputados recibieran tres años de prisión en suspenso y cinco años de inhabilitación para ejercer su profesión.

Lo mismo que el fiscal

En los alegatos, se lo escuchó a Ferrer Vieira, uno de los abogados que representaron a los médicos. Antes no había intervenido. Repitió lo manifestado por el fiscal horas antes. Aseveró que no hubo emergencia para medicar a Lucrecia y respaldó el criterio utilizado para no practicar precozmente el primer legrado. Su compañero de defensa, Trucco, más activo y participativo, también se encolumnó detrás de Márquez. Descartó el cuadro séptico y cargó contra los peritos de la primera tanda, a los que acusó de “no buscar la verdad”.

Asimismo, agregó: “La causa de la muerte procede de un hecho infausto y no está relacionado con el obrar médico”.

Dijo que hicieran lo que hicieran sus defendidos, posiblemente, el resultado no se hubiese podido evitar.

Y siguió:“La verdad debe ser comprobada en base a pruebas”. Por último, recalcó que fueron cerca de 20 los médicos que acompañaron las decisiones tomadas. Al final, como era de esperar, pidió la absolución. Pasadas las 18 horas, la secretaria leyó el veredicto:absolución para los médicos imputados.