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Comienza la ilusión

Liderado por Lionel Messi, el seleccionado argentino incia su camino en Rusia enfrentando a Islandia

El seleccionado argentino iniciará mañana en Rusia el último recorrido de esta generación de futbolistas liderada por Lionel Messi en pos de un título mundial cuando enfrente a un principiante absoluto en estas lides como Islandia, abriendo en el estadio de Spartak, de Moscú, el Grupo D de la Copa del Mundo.

El encuentro se iniciará a las 10:00 hora de la argentina (las 16:00 en Rusia) y contará con el arbitraje del polaco Szymon Marciniak, de 36 años, que también debutará en un Mundial. 

Sin tiempo para lamentos, el actual subcampeón del mundo (también fue dos veces subcampeón de América) quiere en Rusia eliminar ese "sub" de referencia inmediata para transformarlo en un "campeón" con todas las letras, pero para lograrlo tendrá que luchar tanto como jugar, porque esta generación de futbolistas se fue desgastando con el tiempo y entró en el derrotero final de un camino iniciado ya hace una década.

El promedio de edad (28 años), aumentó respecto del mundial anterior en Brasil porque buena parte de ese grupo de origen ya supera los 30 años, algo que por otra parte también es un denominador común en Islandia, denota que el epílogo de este recorrido está aquí para muchos de estos futbolistas, comenzando por el lugarteniente de Messi, el "Jefecito" Javier Mascherano.

La apuesta es por eso arriesgada, algo que los estos jugadores reconocen en forma unánime y lo reflejan en cada comentario que se hace sobre en que lugar se postulan para llevarse el tercer título mundial para Argentina, tras las inolvidables coronaciones de 1978 y 1986.

"La realidad es que no somos candidatos", se adelantó el capitán Messi. "Hay que reconocer que hay selecciones que están mejor que nosotros como Alemania, Brasil y España", se extendió Mascherano. "Debemos ser realistas y analizar como llegamos a Rusia", advirtió el arquero Nahuel Guzmán.

Y en este último punto se hace hincapié para remarcar que este mundial es también el final de un proceso de cuatro años por demás farragoso, en el que el equipo fue "del asfalto al barro", y viceversa, no solamente en lo futbolístico, sino también, y muy especialmente, en los "desorganizativo".

Por empezar y como nunca, pasaron tres entrenadores en un período mundialista, algo impensado durante el mandato de 35 años del antecesor de Claudio Tapia en la presidencia de AFA, Julio Grondona.

Todo arrancó con Gerardo Martino, al que sucedió Edgardo Bauza, para desembocar en Jorge Sampaoli. Los dos primeros pagaron caro los dislates de AFA, y el último trata de enderezar el barco apoyando más en Messi que en ningún otro, aunque eso le genera una dependencia peligrosamente corrosiva cuando debe solidificar su principio de autoridad.

Y la referencia a la AFA, Grondona y Tapia no resulta ociosa ni advenediza. Ni siquiera oportunista, Está enmarcada en una realidad cruda y llana, que obliga a una referencia ineludible a los casi dos años de acefalía en la conducción de la casa madre del fútbol argentino tras el fallecimiento de Grondona y el "interinato" de Luis Segura, sin soslayar el vergonzoso empate en 38 votos entre 75 votantes cuando el 3 de diciembre de 2015 se enfrentaron en las urnas el mencionado Segura y Marcelo Tinelli, quien fue secretario de la selección por tres días, en un viaje a Bolivia en el que tuvo que ver el partido en los vestuarios para "hacerle la segunda" al por entonces suspendido Messi.

Después de todo eso, y muchas cosas más, se llegó a una agónica clasificación alcanzada en la altura de Quito ante un joven equipo de Ecuador, pura y exclusivamente por la magia inconmensurable de Messi.

Lo de Sampaoli, que finalmente entrará en la historia como uno de los técnicos argentinos en Copas del Mundo, fue azaroso hasta ahora, pues dirigió al equipo no solamente con deudas de resultados, sino también de funcionamiento, ya que aún no pudo plasmar la idea que quiere imponer. Y, lo que es más grave, ni siquiera tiene puntos de referencia firmes.

Por eso esta semana y como nunca antes, el técnico paró un mismo "once" durante cuatro días seguidos, algo que no había realizado su "laboratorio" de 13 integrantes desde que se hizo cargo del grupo hace apenitas poco más de un año.

Las salidas por sendas lesiones del sempiterno arquero titular Sergio Romero y de Manuel Lanzini impactaron en el grupo pero muy lejos estuvieron de quebrarlo en ningún momento. 

Es que esta generación tiene el cuero curtido en cientos de batallas y saben que está ante su última oportunidad de hacer historia. Pero esas experiencias de redundantes frustraciones también los hace ser cautelosos, porque así como la gloria puede acariciarles el alma, una nueva decepción les destrozará definitivamente el corazón, y ya no habrá nada que lo repare. 

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