En medio de la escalada beligerante a raíz de la ofensiva judicial contra la vicepresidenta Cristina Kirchner y la reacción súbita de una militancia K resurgida, se suspendió hasta nuevo aviso la sesión especial prevista para mañana en la que iba a tratarse una batería de proyectos de ley.
En medio de un clima beligerante, se suspendió la sesión de Diputados
Estaba prevista para mañana e iba a tratarse una batería de proyectos de ley
Cuando diputados del oficialismo y de la oposición recargaban municiones de cara a la sesión de mañana, se produjo un plot twist que cambió el curso de los acontecimientos.
Lógicamente, eso tuvo un correlato en los diputados que intercambiaron misiles a través de los medios y las redes sociales. Ese clima beligerante terminó de dinamitar las negociaciones.
"El contexto político superaba las posibilidades de poder negociar una sesión. Iban a ser cuatro o cinco horas de cuestiones de privilegio y eso iba a desnaturalizar el propósito de la Cámara de Diputados que es discutir leyes", explicaron a NA fuentes parlamentarias del oficialismo.
Con la negativa de Juntos por el Cambio a acompañar la ley para prorrogar 6 impuestos nacionales, sumado a las vacilaciones en los diputados de las bancadas intermedias, las cuentas para el Frente de Todos estaban demasiado ajustadas como para tomar el riesgo.
Recuperar el diálogo
A partir de ahora, la idea del oficialismo es recuperar el diálogo y llegar a un acuerdo para acomodar la sesión la semana que viene, la última disponible antes del desembarco del Presupuesto 2023.
No iba ser una sesión más por varios factores. En primer lugar, lo ya mencionado: el ensanchamiento de la grieta que aconteció en los últimos días con la centralidad de una reempoderada Cristina, quien corrió el foco del desbarajuste de las principales variables de la economía y el programa de ajuste fiscal.
Las escaramuzas en Recoleta, frente al domicilio de la expresidenta -que Andrés "Cuervo" Larroque caracterizó como un "santuario"-, no hicieron más que agigantar las llamas. Los chispazos de los choques reavivaron también el conflicto la interna opositora, con Patricia Bullrich corriendo por derecha al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, a quien le facturó falta de "carácter" y de autoridad para barrer el campamento K en Recoleta.
El pedido de juicio político por parte de diputados de Juntos por el Cambio contra Alberto Fernández por su desafortunada comparación entre el fiscal Diego Luciani, acusador de Cristina Kirchner en la causa Vialidad, y el fallecido Alberto Nisman ("ojalá no se suicide como él") tampoco contribuía a bajar los decibeles.
Este es el telón de fondo que iba a marcar el debut de Cecilia Moreau como presidenta de la Cámara de Diputados en una sesión que quedará para la semana que viene o para más adelante. Esta será un obstáculo sumamente difícil que pondrá a prueba sus habilidades para sacar adelante la votación de las leyes en medio de las granadas que se arrojarán desde ambas trincheras.
La suspensión de la sesión sorprendió a quienes eran ajenos a las negociaciones. De hecho, ya habían llegado a Buenos Aires diputados de las provincias especialmente para asistir y otros tenían vuelos programados para las próximas horas.
En la sesión, que ahora habrá que ver para cuándo se reprograma, se iban a tratar la Ley de Consenso Fiscal, la prórroga de seis impuestos nacionales, la renovación de la vigencia del Programa Nacional de Entrega Voluntaria de Armas de Fuego y la creación de las universidades nacionales del Delta, de Pilar y Saladillo. En signo de interrogación aparecía la Ley de Enfermería, que ya tenía dictámenes.
A propósito de la Ley de Consenso Fiscal, Juntos por el Cambio anticipó objeciones y de hecho firmó un dictamen de minoría con 20 firmas. Sin embargo, la aprobación es segura para el oficialismo. Ello ocurre en virtud de los votos de fuerzas intermedias y también de los legisladores de la UCR, quienes responden a los tres gobernadores radicales.
Por Sebastián Hadida (NA)