El Dr. Ramiro Quintá estudió bioquímica en la UBA, es investigador adjunto de Conicet y realizó este trabajo en solitario con el apoyo de otros profesionales e instituciones que le facilitaron equipos y reactivos. Realizó su doctorado en neurociencias, particularmente en la neuro-regeneración, que a partir de la biología molecular y celular se vinculan con la bioquímica.
En una nota exclusiva con Salud & Ciencia, Quintá contó que le llamaba la atención que, con todos los avances tecnológicos presentes en el mundo, no haya terapias efectivas para este tipo de patologías.
¿Cómo comenzas a estudiar los mecanismos de regeneración para estas lesiones?
-En mi doctorado, hace unos cuantos años, investigué fenómenos de regeneración de las neuronas, pero empecé con un proceso in vitro, que fue aislar neuronas de la corteza motora o del hipocampo de animales de experimentación, cultivarlos en una palca y poder individualizar neuronas por separado, ver su cuerpo celular y sus procesos que se dividen en dendritas y axones. Estos últimos son los que se van a trasladar y generar conexiones.
-A partir de ahí comencé a aumentar el nivel de complejidad para pasar de neuronas en una placa a neuronas en animales en donde el entorno biológico y fisiológico es igual al que sucede en cualquier mamífero como los seres humanos. Ese entorno me llevó a investigar en mayor profundidad los fenómenos regenerativos que se producen luego de una lesión espinal y por qué no son efectivos, qué debería hacer yo o cualquier científico para incrementar la efectividad de esos procesos biológicos.
¿Cómo llegas a la proteína Netrina-1?
-Esta proteína aparece durante el desarrollo embrionario de forma muy temprana cuando el embrión empieza a formarse. Lo que hace es decirle a las neuronas cómo tienen que crecer, por dónde tienen que navegar sus extensiones y con quién se tienen que conectar. Se lo dicen a una estructura de neuronas que se llama tracto corticoespinal, son neuronas en la corteza motora de los seres humanos que extienden sus axones hacia la médula espinal y de ahí envían información hacia los músculos para generar un movimiento voluntario y preciso. Un lesionado espinal generalmente se lesiona ese tracto corticoespinal y pierde la actividad motora voluntaria.
¿Cuál fue tu premisa disparadora?
-Si Netrina-1 hace que los axones del tracto corticoespinal crezcan en una dirección determinada, qué pasa si yo en un lesionado espinal donde tengo cortado ese tracto corticoespinal, le inyecto en el sitio de la lesión la proteína Netrina-1, ¿van a volver a crecer? ¿Voy a fomentar ese fenómeno biológico que se da durante el desarrollo embrionario? Esa fue la pregunta.
-Y la respuesta fue sí, no solo volvieron a crecer, si no que se reconectaron con neuronas que están por debajo del sitio de la lesión y como consecuencia de eso, las ratas tratadas con lesión de medula espinal completa, volvieron a recuperar su actividad motora voluntaria.
¿Para qué tipo de lesiones sería este tratamiento?
-Ante el traumatismo hay una contusión que genera una lesión en la medula espinal. Desde la ciencia básica, que es lo que yo hago, se trata de generar modelos animales que mejor imiten o mimeticen las patologías que se dan en seres humanos, el modelo que yo investigo corta la medula perfectamente en dos partes, desconecta todas las neuronas y todos los axones que están subiendo y bajando, ese es el modelo en el que me aseguro que no hay una sola neurona conectada y que quedaron el 99.9% de ellas desconectadas. Así me permite investigar si hay regeneración y reconexión, en ese modelo observé que los animales de experimentación recuperaron la actividad motora voluntaria.
¿Cuál es el camino hacia el tratamiento en humanos?
-Este es un modelo que no fue probado en seres humanos, no hay que generar falsas expectativas en personas con estas patologías, pero sí generarlo en las farmacéuticas para que apoyen este proyecto en su continuidad. El paso a seguir es desarrollar pruebas de toxicidad en animales para determinar que el tratamiento no genera efectos adversos.
-Por lo general, las lesiones en seres humanos no son lesiones completas, son parciales, por ejemplo luego de un accidente queda una lesión del 20% de la medula espinal, sucede que de manera temprana en dos o tres semanas hay una respuesta inmunológica de la médula que intenta limpiar la zona lesionada y transforma esa lesión del 20% a un 70%. Entonces el modelo de investigación que yo diseñé apunta a interceder de manera muy temprana para no solo regenerar los axones, si no evitar esa respuesta inflamatoria que es totalmente negativa.
¿De qué tiempos podemos hablar hasta su prueba en humanos?
-Esto no deja de ser ciencia básica, entonces las experimentaciones arrancan con estudios preclínicos, que es el trabajo que publiqué. Lo positivo de estos modelos es que son muy imitables al ser humano, porque ante una lesión de medula espinal se pierde la actividad motora, es decir, hay una acción y una consecuencia totalmente similar en animales y humanos, por eso el modelo es muy sólido.
-La etapa en la que estamos ahora es la búsqueda de una farmacéutica interesada en financiar lo que sigue, que es la prueba de toxicidad. Sería irresponsable hablar de tiempos por las personas con este tipo de lesiones.
¿Las pruebas serían favorables?
-Observé que los animales con una lesión de hace más un año y medio, tratados con la proteína Netrina-1 no solo recuperaron la actividad locomotora y la mantienen, sino que además, luego de ese año y medio, sus medulas espinales quedaron conservadas, esto lo observamos a través de resonancia magnética nuclear, es decir, no hubo degeneración posterior de la médula.
El Dr. Ramiro Quintá recibió una oferta, luego de esta publicación, para continuar el desarrollo de su trabajo en la Universidad de Minnesota y aplicó para dar un curso en el Congreso de la International Spinal Cord Society en Canadá. Asegura que la oferta de Minnesota no tiene desperdicios, cuando los recursos para avanzar con la investigación en nuestro país son muy limitados.
Por Fernanda Bireni