Opinión |

Tres sillas para dos en un baile con música inesperada

El Gobierno logró dilatar la devaluación hasta el momento menos malo para su estrategia electoral: justo después de las Paso y en el punto más lejano de las generales de octubre. Se abren 60 días en los que debe cambiar algún precio relativo para no desperdiciar los efectos buscados del nuevo tipo de cambio

A los inesperados resultados electorales del domingo 13 les siguió a las pocas horas una devaluación del 22,5% de la moneda nacional que entró en una severa pendiente: cada peso vale 0,0027 dólares al tipo de cambio oficial. Al blue la cuenta da 0,00138.

Ahí es donde enraíza la propuesta de dolarizar del vencedor de las Paso, Javier Milei. Es que la pérdida constante del valor de la moneda es caldo de cultivo para pensar en descartarla por algo que siempre atrae a los argentinos como consecuencias de las frecuentes crisis: el dólar. Todo cierra en un pensamiento lineal con formato de propuesta electoral.

Hace una semana que tanto Milei como sus referentes económicos, muchos viejos generales del menemismo como Carlos Rodríguez o Roque Fernández, debieron empezar a explicar el cómo y el cuándo. Eso transparentó dos cosas: primero que no hay homogeneidad de criterios entre ese grupo de economistas y luego que no está clara ninguna de las dos respuestas. Algo fue certero: no será apenas comience el mandato -siempre que termine electo- como se dijo en un principio. ¿Se puede prometer en la Argentina de hoy que en diciembre de 2025 se hará un cambio estructural de esas características? Viendo lo que transitó el país en los últimos 7 días quizá la respuesta esté más cerca.

Más al fondo de la propuesta, referentes económicos de Milei explicaron que el plazo extendido para llevar adelante la dolarización se debe a que primero hay que poner en caja la economía, eliminar el déficit y bajar el proceso inflacionario. En ese punto, economistas de Juntos por el Cambio advirtieron que si eso se lograra, ya no tendría sentido la dolarización, y en todo caso sería conveniente sostener en mano la política monetaria con el peso circulando, en una economía con más equilibrios.

La polémica continúa y claramente encuentra sustento en el fuerte deterioro de la moneda nacional. En esto, vale recordar un dato aportado hace un tiempo por el economista Salvador Vitelli, con los 13 ceros que le quitaron a la moneda los distintos gobiernos a lo largo de la historia como fruto de la persistente inflación. Si se toman los últimos 80 años, la inflación ya es cercana a 2 trillones por ciento. Es la inflación que vivió una persona que nació en la década del 40. Alguien de esa generación vio los precios de la economía duplicarse más de 50 veces. Eso permitiría pensar que aquellas personas fueron las que más inflación vivieron; pero en términos relativos, un niño de un año ya vio el 113%, por lo cual observó ya duplicar los precios de la economía en su corta vida. En esas 8 décadas, Argentina tuvo 5 monedas y quitó 13 ceros de sus billetes. Ahí es donde cala la oferta Milei.

A eso se le agrega un deterioro acelerado de los ingresos de la población. La inflación de los últimos años, con la aceleración sufrida en 2023, erosionó fuerte jubilaciones, ayudas sociales y salarios. Ahí también hay otra explicación del fenómeno Milei. Por supuesto que hay una cuota en su figura “nueva” frente a una dirigencia que en casi todos los casos participó de los últimos gobiernos. Aunque esto, claro, es relativo debido a los nombres ya mencionados que rodean al libertario.

El resultado del fracaso económico es un deterioro social de envergadura. Y la figura de un economista carismático y polémico, que despotrica contra “la casta y los chorros”, hizo el resto.

Con “el diario del lunes” y sumando los elementos, la sorpresa de las urnas bien podría reducirse. Ahora comenzó la etapa en la que se exigen mayores precisiones sobre las consignas. Y ahí los 7 días desde las Paso dejaron un saldo negativo para el libertario. A eso se sumó el despropósito del Conicet. Un resguardo de los mejores científicos e investigadores argentinos están trabajando en ese lugar produciendo avances en infinidad de campos que luego se traducen en mejoras para la gente, las empresas y hasta los gobiernos. Muchos, a su vez, trabajan en colaboración con empresas privadas del país. E incluso tuvieron gran relevancia durante la pandemia, cuando muchos equipos de distintas temáticas se enfocaron en temas vinculados al Covid-19. No hay posibilidad racional de justificar el cierre de ese organismo, salvo que se quiera incentivar la fuga de cerebros, muchas veces promovida por malas políticas nacionales. Investigación y la ciencia son elementos centrales del desarrollo. No es casual ver a los países que más invierten en esos fines con los mayores niveles de desarrollo. Es causa y consecuencia, no consecuencia y causa como se intentó argumentar para borrar del presupuesto al Conicet.

Los 60 días venideros hasta las elecciones servirán para conocer si las propuestas de los 5 candidatos, que hasta acá fueron grandes títulos, tienen sustento. Hay tres que van por un lugar en el balotaje, salvo que otra sorpresa se esconda en las urnas del cuarto domingo de octubre y haya un ganador en primera vuelta. Los resultados de las Paso, y siempre teniendo en cuenta la inestabilidad reinante, dan una paridad máxima entre tres candidatos que irían por los dos lugares de la final. Claro, con posibilidad cierta de que una de las dos fuerzas mayoritarias quede al costado del camino.