Las lluvias registradas días atrás pusieron nuevamente en carrera al cultivo de trigo, que parecería estar condenado al fracaso en la presente campaña por efecto de la sequía estival. Bajo este nuevo escenario, se concretó en el INTA Marcos Juárez la tradicional Jornada de Capacitación Técnica para Profesionales, que reúne a especialistas que analizan distintos temas inherentes al cultivo, como enfermedades, plagas, uso de variedades y, por supuesto, comportamiento de mercados.
Si bien el cultivo no abarcará la superficie de los años anteriores, vuelve a transformarse en una opción para el invierno. En el INTA Marcos Juárez se analizaron los claves para la producción
Juan Pablo Ioele, uno de los disertantes del encuentro, en diálogo con este medio destacaba el incremento de la superficie destinada al trigo en las campañas anteriores, logrando récords históricos de producción. Pero en la actualidad una de las causas que impulsaron el cultivo, como las condiciones de humedad, cambiaron drásticamente.
“Veníamos de dos campañas que nos dejaron al límite con el agua y una de las mejores estrategias para bajar las napas, después que se quitaron restricciones comerciales y retenciones, fue el trigo. Como es un cultivo que compite con un ambiente poco demandante en el invierno depende mucho de lo que hay abajo. Enero, febrero y marzo fueron los meses más secos de la historia, por lo tanto la recarga era muy mala. Los productores incluso preguntaban si este año íbamos a hacer el encuentro, por las malas perspectivas que había. Pero llovió y cambió el escenario”.
Como las lluvias fueron muy heterogéneas, el profesional recomendó monitorear el nivel de humedad en los perfiles.
“Tenemos que volver a usar las viejas herramientas. Clavar el barreno para ver cuánta agua útil tenemos y en función de eso intentar presupuestar un rendimiento mínimo esperado para analizar si cierra el número. Ese es el tema central para incluir el trigo en las rotaciones este año”.
La presente campaña, signada por las restricciones de humedad de los suelos, obliga a los productores a plantear un manejo diferente del cultivo.
“Hay que estar más finito. Se debe tener en cuenta la fertilización ya que dependiendo de cómo viene cada año con el agua se maneja la dinámica del nitrógeno. En años como estos cobra más validez. Cuando tenemos un escenario en donde no sobra nada abajo y nos jugamos a futuras precipitaciones, la estrategia en buenos ambientes es adelantar la fecha de siembra, tratar de tener incorporado el nitrógeno lo antes posible para captar en un lapso de tiempo más largo la posibilidad de alguna precipitación. De esa manera estará disponible cuando el trigo lo necesite”.
Ioele también indicó que las diferencias ambientales de la presente campaña seguramente repercutirán en parte sanitaria, ya que con menos humedad “es de esperar que no aparezcan enfermedades tan tempranas y con la intensidad del año pasado, como la Roya Amarilla”.
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“Veníamos de dos campañas que nos dejaron al límite con el agua y una de las mejores estrategias para bajar las napas, después que se quitaron restricciones comerciales y retenciones, fue el trigo. Como es un cultivo que compite con un ambiente poco demandante en el invierno depende mucho de lo que hay abajo. Enero, febrero y marzo fueron los meses más secos de la historia, por lo tanto la recarga era muy mala. Los productores incluso preguntaban si este año íbamos a hacer el encuentro, por las malas perspectivas que había. Pero llovió y cambió el escenario”.
Como las lluvias fueron muy heterogéneas, el profesional recomendó monitorear el nivel de humedad en los perfiles.
“Tenemos que volver a usar las viejas herramientas. Clavar el barreno para ver cuánta agua útil tenemos y en función de eso intentar presupuestar un rendimiento mínimo esperado para analizar si cierra el número. Ese es el tema central para incluir el trigo en las rotaciones este año”.
La presente campaña, signada por las restricciones de humedad de los suelos, obliga a los productores a plantear un manejo diferente del cultivo.
“Hay que estar más finito. Se debe tener en cuenta la fertilización ya que dependiendo de cómo viene cada año con el agua se maneja la dinámica del nitrógeno. En años como estos cobra más validez. Cuando tenemos un escenario en donde no sobra nada abajo y nos jugamos a futuras precipitaciones, la estrategia en buenos ambientes es adelantar la fecha de siembra, tratar de tener incorporado el nitrógeno lo antes posible para captar en un lapso de tiempo más largo la posibilidad de alguna precipitación. De esa manera estará disponible cuando el trigo lo necesite”.
Ioele también indicó que las diferencias ambientales de la presente campaña seguramente repercutirán en parte sanitaria, ya que con menos humedad “es de esperar que no aparezcan enfermedades tan tempranas y con la intensidad del año pasado, como la Roya Amarilla”.