“Don Pancho” es un establecimiento ganadero enclavado en la zona central de la provincia, entre Oliva y James Craik. En un campo de alrededor de 580 hectáreas Lucas Lingua, su esposa Gabriela y sus dos hijos, Guadalupe y Francisco, crían cerca de 350 vacas de raza Brangus. Si bien el campo tuvo tradición bovina, hace muchos años lo habitaban los Shorthorn y luego, quedó sólo actividad agrícola. Hasta que Lucas, un agrónomo que atiende campos en el norte provincia y nieto del abuelo que criaba Shorthorn, siguió su gen ganadero y decidió reintroducir vacunos en el campo, pero esta vez, Brangus.
Armó una cabaña de alta calidad que le permite competir en las pruebas nacionales de la raza y este año dio un paso más y llegó a Palermo con un torito que obtuvo el tercer puesto en junior.
En diálogo con Tranquera Abierta, Lucas Lingua recordó que volvió a la ganadería “porque asesoraba un campo ganadero grande en el norte de Córdoba y siempre me gustó la actividad. Quedé impregnado con el gen ganadero, y tengo los recuerdos de muy chico de ir al campo y estar con las vacas todo el tiempo. Y me decidí por la cabaña. Compré un par de vacas en Corral de Guardia -la cabaña Brangus más antigua de la Asociación Argentina de Brangus- como para arrancar con buenos animales”, contó.
¿Por qué Brangus?
Porque le veo mucho potencial para la zona, que es intermedia entre las razas británicas e índicas o cruzas. Por eso me parecía ideal, además de que en el norte de Córdoba trabajaba ya con la raza.
¿Cuándo comenzó esto?
Comenzamos en 2015 y el entusiasmo nos fue llevando para llegar a la cabaña, los embriones y todo lo que vino después.
Y ahora en Palermo...
Sí. Hace varios años participamos ya de la exposición nacional de Brangus que es la más importante para la raza, que se hace ahora en Corrientes y en su momento era en Resistencia. Y en esas nacionales nos fue bien, incluso sacando gran campeón en su momento. Tal vez demasiado pronto nos fue bien y eso nos entusiasmó más todavía. Y ahora pensamos que el próximo paso era Palermo y teníamos los animales para darlo, independientemente de lo que decidiera el jurado. Llevamos dos vacas con cría y un torito junior.
¿Cómo son esos animales?
Una es una vaca menor con cría, hija de una de nuestras mejores donantes y que el año pasado salió en un trío en el mundial de Brangus en Corrientes como gran campeona. Y aparte de estar en el trío, fue elegida como mejor individual de corral. Y trajimos otra vaca muy buena también. Aparte, un ternero hijo de una vaca muy productiva de la cabaña. Vinimos con lo mejor de la cabaña, después está la mirada del jurado. Pero lo más destacado que nos queda es que los animales estuvieron bien presentados, bien puestos, a nivel, y después juras son juras. Con las vacas no sacamos ningún premio, pero el torito obtuvo el tercer mejor junior.
¿Cómo resulta la experiencia de Brangus en la zona de Oliva?
La verdad que viene muy bien. Siempre fue una zona de transición, pero la notamos cada vez más tendiendo al norte, y por eso la raza se adapta perfectamente. Hoy se está haciendo un Brangus con mucha producción y calidad de carne, muy parecido al Angus, que es la raza madre y la mejor raza del mundo, que es la que más carne tiene y que se ubica algo más al sur. Estamos muy bien y contentos, produciendo animales para el norte, el centro y el sur porque el Brangus es todoterreno, una 4x4.
¿Y la pata comercial?
La cuestión comercial viene dentro de los parámetros del país. Consideramos que gobiernos anteriores no fueron procampo y fueron más extractivos del campo. Si bien hoy no están los números acomodados, por lo menos el sufrimiento que tenemos es con una luz al final del camino. Antes teníamos sufrimiento sin luz, sin salida. No digo que este gobierno tenga todas las luces prendidas para el campo, pero da señales y tenemos esperanza. Y realizamos tres remates al año, más allá de las ventas particulares en la cabaña, dos de ellos ahora en agosto.