Ni la cara de póker de Enzo Pérez, antes y después de tirarle a las manos al arquero del Al Ain, el penal que les dio la victoria a los árabes en semifinales, ni la bronca por no poder jugar la final ante el Real Madrid y mucho menos las razones futbolísticas que lo llevaron a perder esa posibilidad le quitarán a River un final soñado de un año que tiene un recorrido inolvidable, por el simple y no tan fácil hecho de haberle ganado a Boca lo que había que ganarle.
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River Plate, un grato nombre
Cierra el año con la carcajada que le dio la noche del Bernabéu. De no mediar la mala actuación en la semifinal, nos habría entregado una posibilidad de saber si este Real Madrid podía sucumbir ante uno de los nuestros
Y a la inversa, no habrá algo que le cambie la sensación a Boca de tener un epílogo anual que jamás olvidará, en una mezcla de pesadilla (para los exagerados), y de derrota dura e inmortal (para los hinchas comunes).
No hay que darle muchas vueltas a la cuestión. Los tiempos mediáticos siguen marcando el rumbo y la mayor cobertura, programación y valoraciones, tan dispersas como disparatadas, les ponen el color y les riegan la opinión y el humor a propios y extraños.
En un tiempo, cuando era Boca Juniors el protagonista de jornadas llenas de euforias a nivel internacional (la era Bianchi, por ejemplo), no había manera de sacarle una sonrisa a River Plate, aun siendo campeón de un Torneo de AFA, en simultáneo o más o menos contemporáneo, a aquellas faenas xeneizes en Libertadores o Intercontinentales.
Hoy la taba se ha dado vuelta y es Boca el que entregaría en acto donativo expreso los títulos logrados en la Superliga, con los Mellizos en el banco, a cambio de algunas de las contiendas en las que River lo superó, llámense la Supercopa Argentina o momentos decisivos de Libertadores, en los últimos tiempos.
Con un dato no menor, salvo que vuelva a ocurrir, y puede pasar, que se llegue a otra final de Copa entre ambos y la gane Boca; la contienda en Madrid es por lejos el pico más saliente en la historia entre ambos, para bien (River) o para mal (Boca).
Con esa alegría eterna para el Millonario, es que una semana atrás advertíamos sobre aquello de que no sería un trámite el encuentro ante los árabes.
En tres de cada diez partidos entre ambos, uno piensa, puede darse lo que se dio: empate y penales. En uno, una victoria directa del Al Ain y en las demás, no tendría River que tener dificultades para ganar.
Hay verdades duras y eufemismos dando vueltas como en cualquier tema. Desde los muy importantes para el mundo, para la vida de cada uno o en este caso, cuando de fútbol se habla, una nimiedad frente a lo otro aunque muy arraigado al sentir popular.
"River estaba en la nebulosa del festejo". "River subestimó al rival, mucho más, cuando se puso dos a uno, en un par de jugadas". "Gallardo no pudo meterlos en el partido y enfrente hubo un rival ordenado y con hambre de gloria". Algo de verdad en cada cosa, exagerada por la prensa al hablar de "papelón" y minimizada por otros, según la vereda en la que se milite.
Porque lamentablemente, en estos tiempos, desde hace bastante, el periodismo es militante. Desde los medios mismos o a través de colegas con camiseta, vienen sentando precedentes nefastos para los jóvenes que desean abrazar esta bendita profesión. En la política, la economía y por cierto, en el fútbol.
En medio de esas frases y a la falta de costumbre de hablar del juego en lugar del chisme que vende, creo que la simple verdad de la derrota de River ante el Al Ain es que se ganó solo. Jugó pésimo. Si hasta se hizo los dos goles. Y cuando uno juega de manera paupérrima, indefectiblemente pierde. El triángulo Maidana, Ponzio, Pinola fue de terror. Y Armani va demostrando que a la capa de Superman con la que apareció en nuestro fútbol la va dejando en el camino para ser lo que es: un gran arquero, pero no un superhombre.
¡Cómo habrá sido la cosa que jugando al borde del aplazo, no perdió! Empató. Y fue la precisión de los árabes y la chambonada de Enzo Pérez, en los penales, lo que lo sacaron de la final.
Bastó observar este sábado el encuentro ante el Kashima, para que los simpatizantes millonarios se muerdan de bronca e impotencia, más allá de la alegría de la Libertadores que, obviamente, tapa todo.
Pocos recordarán algunos buenos ratos de fútbol que entregó el equipo del Muñeco ante los japoneses. Lo bien que está Borré (fue el único que se salvó de la dura crítica ante los árabes), la linda aparición que es Álvarez y la ratificación de Palacios. Con varios "suplentes, River le ganó cómodamente a un conjunto superior al Al Ain.
El "hasta luego" al Pity Martínez devenido en ídolo justamente por ser uno de los factores del momento de superioridad en los números ante su eterno rival, más allá de sus intermitencias en buena parte del año (como ante el Al Ain).
River cierra el año con una "carcajada". Que va a durar para siempre. La que le dio la noche de Madrid. Me pareció bueno, de todos modos, explicar en estas líneas lo del Mundial de Clubes. Un Torneo que nunca ganó un equipo argentino.
Y que de no mediar la mala actuación en la semifinal (por algunas de las causas expresadas), nos habría entregado una buena posibilidad de saber si este menos poderoso Real Madrid podía sucumbir ante uno de los nuestros.
No pudo ser. El Madrid volvió a ganar, aun en esta realidad de transición a la salida de Cristiano Ronaldo y manejado por el bueno de Santiago Solari.
River volvió. Y retornó para la fiesta. La que no tuvo lugar en la Argentina cuando debió ser para uno u otro en nuestro territorio.
En el año de la suma de absurdos más tremendos de la Conmebol, River Plate siente que el "grato nombre" es eso: GRATO, en historia y en presente.
Osvaldo Alfredo Wehbe
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No hay que darle muchas vueltas a la cuestión. Los tiempos mediáticos siguen marcando el rumbo y la mayor cobertura, programación y valoraciones, tan dispersas como disparatadas, les ponen el color y les riegan la opinión y el humor a propios y extraños.
En un tiempo, cuando era Boca Juniors el protagonista de jornadas llenas de euforias a nivel internacional (la era Bianchi, por ejemplo), no había manera de sacarle una sonrisa a River Plate, aun siendo campeón de un Torneo de AFA, en simultáneo o más o menos contemporáneo, a aquellas faenas xeneizes en Libertadores o Intercontinentales.
Hoy la taba se ha dado vuelta y es Boca el que entregaría en acto donativo expreso los títulos logrados en la Superliga, con los Mellizos en el banco, a cambio de algunas de las contiendas en las que River lo superó, llámense la Supercopa Argentina o momentos decisivos de Libertadores, en los últimos tiempos.
Con un dato no menor, salvo que vuelva a ocurrir, y puede pasar, que se llegue a otra final de Copa entre ambos y la gane Boca; la contienda en Madrid es por lejos el pico más saliente en la historia entre ambos, para bien (River) o para mal (Boca).
Con esa alegría eterna para el Millonario, es que una semana atrás advertíamos sobre aquello de que no sería un trámite el encuentro ante los árabes.
En tres de cada diez partidos entre ambos, uno piensa, puede darse lo que se dio: empate y penales. En uno, una victoria directa del Al Ain y en las demás, no tendría River que tener dificultades para ganar.
Hay verdades duras y eufemismos dando vueltas como en cualquier tema. Desde los muy importantes para el mundo, para la vida de cada uno o en este caso, cuando de fútbol se habla, una nimiedad frente a lo otro aunque muy arraigado al sentir popular.
"River estaba en la nebulosa del festejo". "River subestimó al rival, mucho más, cuando se puso dos a uno, en un par de jugadas". "Gallardo no pudo meterlos en el partido y enfrente hubo un rival ordenado y con hambre de gloria". Algo de verdad en cada cosa, exagerada por la prensa al hablar de "papelón" y minimizada por otros, según la vereda en la que se milite.
Porque lamentablemente, en estos tiempos, desde hace bastante, el periodismo es militante. Desde los medios mismos o a través de colegas con camiseta, vienen sentando precedentes nefastos para los jóvenes que desean abrazar esta bendita profesión. En la política, la economía y por cierto, en el fútbol.
En medio de esas frases y a la falta de costumbre de hablar del juego en lugar del chisme que vende, creo que la simple verdad de la derrota de River ante el Al Ain es que se ganó solo. Jugó pésimo. Si hasta se hizo los dos goles. Y cuando uno juega de manera paupérrima, indefectiblemente pierde. El triángulo Maidana, Ponzio, Pinola fue de terror. Y Armani va demostrando que a la capa de Superman con la que apareció en nuestro fútbol la va dejando en el camino para ser lo que es: un gran arquero, pero no un superhombre.
¡Cómo habrá sido la cosa que jugando al borde del aplazo, no perdió! Empató. Y fue la precisión de los árabes y la chambonada de Enzo Pérez, en los penales, lo que lo sacaron de la final.
Bastó observar este sábado el encuentro ante el Kashima, para que los simpatizantes millonarios se muerdan de bronca e impotencia, más allá de la alegría de la Libertadores que, obviamente, tapa todo.
Pocos recordarán algunos buenos ratos de fútbol que entregó el equipo del Muñeco ante los japoneses. Lo bien que está Borré (fue el único que se salvó de la dura crítica ante los árabes), la linda aparición que es Álvarez y la ratificación de Palacios. Con varios "suplentes, River le ganó cómodamente a un conjunto superior al Al Ain.
El "hasta luego" al Pity Martínez devenido en ídolo justamente por ser uno de los factores del momento de superioridad en los números ante su eterno rival, más allá de sus intermitencias en buena parte del año (como ante el Al Ain).
River cierra el año con una "carcajada". Que va a durar para siempre. La que le dio la noche de Madrid. Me pareció bueno, de todos modos, explicar en estas líneas lo del Mundial de Clubes. Un Torneo que nunca ganó un equipo argentino.
Y que de no mediar la mala actuación en la semifinal (por algunas de las causas expresadas), nos habría entregado una buena posibilidad de saber si este menos poderoso Real Madrid podía sucumbir ante uno de los nuestros.
No pudo ser. El Madrid volvió a ganar, aun en esta realidad de transición a la salida de Cristiano Ronaldo y manejado por el bueno de Santiago Solari.
River volvió. Y retornó para la fiesta. La que no tuvo lugar en la Argentina cuando debió ser para uno u otro en nuestro territorio.
En el año de la suma de absurdos más tremendos de la Conmebol, River Plate siente que el "grato nombre" es eso: GRATO, en historia y en presente.
Osvaldo Alfredo Wehbe