Opinión |

Sin los dólares del agro, el FMI ratificó su perfil de paloma

La actividad económica empieza a reflejar cifras de desgaste que marcan el camino de una estanflación. Si el organismo internacional endurece su posición empujaría al país a un escenario más delicado aún

El gobierno argentino expuso con crudeza en la India que no iba a poder ya cumplir con las metas firmadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) hace exactamente un año, cuando en el Ministerio de Economía aún ocupaba la oficina principal Martín Guzmán.

Y puso sobre la mesa dos cuestiones objetivas de impacto letal en las finanzas nacionales: la guerra en Ucrania que provocó un salto en el costo de la energía de la que Argentina es curiosamente importadora neta y la fuerte sequía que castigó al principal sector económico nacional como es el campo. El primer hecho provocó más gastos de los esperados en el último año, mientras que el déficit hídrico provocado por La Niña anticipa menos ingresos de dólares este año.

Por eso el ministro Sergio Massa viajó hasta el otro gigante asiático para encontrarse con la titular del FMI, Kristalina Georgieva y presentarle en primera persona lo que venían advirtiendo desde que comenzó el año: será extremadamente improbable que el país pueda cumplir el acuerdo, en particular en el ítem acopio de dólares en el Banco Central.

Ya el año pasado pudo cerrar las cuentas echando mano a un mecanismo excepcional como el dólar soja 1 y 2, que le inyectó divisas en el tramo final de 2022 para presentar las carpetas al 31 de diciembre con las reservas por encima de lo comprometido con el organismo internacional. Sin embargo, esa liquidación excepcional de soja es la misma que faltó en el arranque del año y que desató los rumores de una tercera versión del programa para incentivar la exportación de la oleaginosa.

Un comparativo del economista Salvador Vitelli, oriundo de Adelia María, muestra que en febrero la liquidación diaria de cereales y oleaginosas se ubica en niveles similares a los de 2004. Allí aclara que “este 2023 viene siendo el peor en el promedio diario de liquidaciones desde 2004. Es una baja del -44% contra el promedio de un mes de febrero desde 2003. En este mes se llevan ingresados US$ 441 millones, una caída de -74% contra el mismo período en 2022”, detalló con el corte hecho el 22 de febrero.

Según cálculos de la Bolsa de Cereales de Córdoba, quedaría aún un volumen de soja equivalente a 11 mil millones de dólares para exportar, un cálculo hecho a mediados de mes y que por la evolución que tuvo febrero, y que mostró Vitelli, hace presumir que prácticamente no varió.

Pero más allá de lo que quede de la campaña anterior más el arrastre de existencias previas, lo que es cierto es que la nueva campaña dará volúmenes mucho menores y eso dificulta al extremo el cumplimiento con el FMI, que en materia de reservas dibuja la estacionalidad del agro. De hecho, el mayor volúmen de acopio de dólares está previsto para el segundo trimestre, coincidiendo con los tiempos de cosecha.

La sequía y el cisne negro que representó la helada del 18 de febrero, que afectó a muchos lotes de zonas que venían peleando contra la falta de lluvias, terminaron de derrumbar las proyecciones que se hacen de la campaña. En los últimos días la Bolsa porteña volvió a recortar sus cálculos de soja y maíz y entre ambos no llegarían a los 75 millones de toneladas, cuando veníamos de 112, 107, 107 y 103 millones en las últimas cuatro campañas. Eso muestra también que la tercera Niña consecutiva terminó por afectar mucho más fuerte el rinde, por el arrastre que fueron dejando las otras dos en materia de humedad en el suelo, a lo que se suman lluvias menos oportunas en el desarrollo de los cultivos y 8 olas de calor desde noviembre con posibilidades de que esta semana llegue la novena.

Ese contexto le dio fuerza al reclamo que mañana hará el campo en el sur santafesino y lo que permitió unir a dirigentes del agro que desde hacía tiempo ni se hablaban por teléfono. Pero la presión de las bases y la movida lanzada por Federación Agraria hizo que el resto se fuera plegando y promete ser una movilización de relevancia.

Pero más allá de esto, la consecuencia de la mala campaña agrícola no le dejó alternativas ya al Gobierno para seguir cumpliendo con las metas del FMI, que aprobará los números de diciembre en las próximas horas pero a la vez anunciará que hay cambios en lo que viene. Es la forma de evitar que Argentina caiga en default, a menos de un año de haber firmado el “Acuerdo para el Refinanciamiento de la Deuda entre la República Argentina y el Fondo Monetario Internacional”, que reemplazó el fallido programa Stand By acordado en 2018, por un nuevo programa de Facilidades Extendidas. Ahora habrá más facilidades.

Está claro que al Gobierno no le conviene dar un paso en falso y salirse unilateralmente del acuerdo, pero el FMI también está condicionado y más en un mundo que tiene problemas en su economía como consecuencia de la pandemia y la guerra. Nadie quiere sumar más turbulencia internacional. Por eso, si el FMIhabía mostrado una versión mucho más edulcorada que la del promedio de su historia con Lagarde en el gobierno de Macri y el año pasado ya en la gestión de Alberto Fernández, ahora estaría decidido a continuar ese camino y ratificar su perfil de paloma y no hacer olas con el principal deudor que tiene en su cartera. Puertas adentro, ya hay indicios de una economía que pierde fuerza y que avanza a paso firme hacia una estanflación. Con esa base, la mayor flexibilidad de metas al menos evitaría que el cuadro sea aún más difícil.